Ciencias Sociales España , Salamanca, Mi茅rcoles, 11 de marzo de 2009 a las 17:05

Estableciendo puentes

Art铆culo de divulgaci贸n de C茅sar Ullastres, director del Instituto de Investigaci贸n de la Fundaci贸n NIDO

DICYT  Más del 70% de las pequeñas y medianas empresas reconocen que la innovación no forma parte de su estrategia, según datos recientes del CIS. España sólo invierte el 1’13 % del PIB en proyectos de innovación, según los últimos datos del INE. La Unión Europea insiste en la necesidad de llegar al 3% del PIB en el 2010 para mantener la competitividad y la productividad de nuestro continente. Para entonces, en España, soñamos con llegar al 2%.

 

Históricamente el sistema de la ciencia y la tecnología en España no ha facilitado el acercamiento entre la universidad, los centros públicos de investigación y las empresas. El investigador, que es el que en última instancia posee el conocimiento que dará como fruto la innovación, pretende su reconocimiento: publicar y que se le cite. Las empresas que necesitan de la innovación para dar satisfacción a sus clientes hablan en términos de valor económico. Las instituciones, universidades y centros públicos de investigación, a su vez tienen que bregar para sacar partido a sus siempre escasos fondos.

 

La colaboración entre los centros de investigación y las empresas vive en un espacio lleno de “ruidos”. Es necesario buscar mecanismos que pongan a todos los actores en conjunto como por ejemolo proyectos de interés común donde todos los que participen, ganen. Se trata de encontrar con el instrumento adecuado para llevarlos a cabo en igualdad de condiciones.

 

Empecemos por juntarnos todos los que pertenecemos al sistema de innovación en la misma mesa. La verdadera transferencia de tecnología empieza por buscar puntos de encuentro, e insistir desde el principio, en eliminar de raíz estereotipos tan arraigados como el que la gente de las empresas tiene de que los investigadores sólo investigan en peces de colores y el que los investigadores tienen de la gente de las empresas de que sólo quieren ganar dinero. Estos dos prejuicios hay que borrarlos del mapa, es la única manera de hacer interacciones beneficiosas para todos.

 

Para hacer ciencia hay que aprender complejos conocimientos, tanto teóricos como prácticos, sin los cuales no hay posibilidad de descubrir, justificar, ni mucho menos aplicar la ciencia, llevar a cabo los procedimientos científicos (observación, medida, experimentación, modelización matemática o informática, etc.).

 

El aprendizaje para la acción científica no puede quedarse sólo en lo técnico, ha de basare en valores. Educar en valores no supone sólo proporcionar una buena formación ética o moral, sino que afecta a los diversos subsistemas de valores que están implicados en las acciones educativas. No hay duda de la importancia de la honestidad y la veracidad en el actual contexto de la educación, pero las cuestiones axiológicas no sólo son morales, también pueden ser económicas, jurídicas, tecnológicas, políticas, culturales, estéticas, incluso militares. La actividad científica está vinculada a todos estos subsistemas de valores, como mínimo.

 

Los directivos de la empresa, que raramente son científicos aunque, sin embargo, es en ellos donde encuentran una de sus más importantes fuentes de innovación, deberían conocer el contexto de justificación que se exige a las teorías científicas que han de ser verosímiles, precisas, rigurosas, coherentes, predictivas, explicativas, contrastables empíricamente y que son el núcleo de los valores que forman parte de la investigación científica.

 

Las nuevas fronteras del conocimiento en áreas como: la biotecnología, los nuevos materiales o el deterioro del medioambiente están disfrutando de tecnologías, enfoques y métodos alternativos que están impactando sensiblemente en los modelos operativos y culturales tradicionales en los laboratorios. Las investigaciones pueden modelarse sin límite y ello afecta no sólo a las políticas de investigación, también al papel que cada científico ha de desempeñar. Es necesario modelizar métodos, objetivos y procedimientos que se concreten en protocolos consensuados, defendibles, vinculantes y realizables que hagan de la labor investigadora una actividad transparente y respetuosa con todo y con todos, al tiempo que conserve su naturaleza altamente gratificante para los investigadores y productiva para la sociedad.

 

Esta nueva mirada a la investigación tiene dos componentes: uno técnico, en cuanto al uso financiero y explotación económica “per se”, y otro puramente axiológico, sobre cómo se utilizan los recursos públicos para obtener retornos privados, lo que provoca incertidumbre y desconfianza. Esta incertidumbre se evidencia, aún más, cuando hay que conciliar los mundos público y empresarial en cuanto a financiación, realización y explotación de la investigación.

 

Tendremos que establecer puentes que permitan a los entornos publico-privados impulsar una investigación productiva y eficiente, sin menoscabo de la creatividad y libertad de pensamiento de los científicos y de su prestigio-, valorar con criterios los componentes intrínsecos de cada operación y los retornos económicos que se prevean de un modo transparente, conocido y consensuado por todos.

 

Esto supone hacer caminos de doble vía. Con ellos llegas más fácilmente a un sitio nuevo y los que allí están también lo pueden hacer al sitio de donde se inicia la construcción. Mi experiencia es que cada vez que he acudido a una empresa de cualquier tamaño y sector, proponiendo proyectos de innovación de un modo asequible, con un adecuado estudio de resultados y análisis de riesgos, siempre he obtenido su interés y apoyo económico o financiero.