Frutas contra el cáncer o algunas bacterias
UNA/DICYT Numerosos estudios comprueban los efectos antioxidantes de la mora, útiles para combatir las células cancerosas y bacterias, pero ¿cuánta fruta debe ingerir para que sea efectiva? El Laboratorio de Fitoquímica de la Escuela de Química de la Universidad Nacional (UNA) busca extraer sustancias químicas de interés médico o alimenticio para determinar sus dosis efectivas para su posterior comercialización. “Algunas frutas poseen polifenoles, comúnmente llamados antioxidantes. El problema es que existe poca regulación en el mercado sobre las cantidades y fuentes de polifenoles que contienen productos como jugos o cápsulas macrobióticas”, explicó Sergio Madrigal, investigador de la Escuela de Química.
Con el apoyo de Rafael Orozco, académico de la Escuela de Ciencias Agrarias, se iniciaron los estudios con la mora, tomando en cuenta las distintas especies y los microclimas donde se cultiva. “Este estudio lo que nos va a decir es cuáles son las mejores especies y dónde se producen. No solo tomamos en cuenta la fruta, sino que analizamos las hojas, el tallo y la raíz, porque los polifenoles no se concentran por igual en todas las partes de la planta y podemos estar desechando una parte que en realidad podría traernos mayor beneficio”, indicó Madrigal.
Existen dos tipos de polifenoles: proantocinidinas (presentes en las frutas rojizas) y taninos hidrolizables (presentes en frutas amarillas). El efecto terapéutico usualmente se asocia al compuesto mayoritario presente en la fruta, sin embargo también se valora el efecto de la sinergia de todos sus componentes, es decir, su efectividad como un todo. Cabe recalcar que la presencia de polifenoles por sí sola no determina la efectividad contra el cáncer o las bacterias.
Otro de los ejemplos, según Madrigal, es el mamón chino amarillo, este por ejemplo, tiene propiedades antioxidantes, pero no se ha comercializado bajo estas características. “Podemos extraer material seco, molido y encapsularlo, entonces se comercializa como una tableta o cápsula, pero con las mejores características de la fruta, que pueden presentar propiedades preventivas contra el cáncer, la enfermedad cardiovascular o la regulación del sistema inmune”.
Si bien los estudios para la efectividad de ciertas frutas como anticancerígenos no se han podido completar, sí se han realizado investigaciones de los componentes antibacteriales, gracias a la colaboración de la académica Silvia Mau, de la Escuela de Ciencias Biológicas, quien le suministra bacterias patogénicas al laboratorio para realizar las pruebas.
Biodisponibilidad
Ahora bien, los polifenoles se pueden incluir en diversos productos como jugos o cápsulas, pero ¿cómo lograr que lleguen a donde el organismo realmente los necesita? Este es el concepto farmacéutico conocido como biodisponibilidad y es donde entra en juego la búsqueda de polímeros naturales, que permitan el transporte de estas sustancias para garantizar que lleguen directamente a las células cancerígenas, por ejemplo, del pulmón o el hígado.
“Resulta que la mora tiene ciertas propiedades anticancerígenas, pero si lo ponemos en liposomas o nanopartículas, esas propiedades pueden aumentar por medio de una liberación localizada o controlada, es decir, que podemos hacer un vehículo por medio de la nanotecnología, que aumente su efectividad”.
La idea que persigue esta asociación de laboratorios de la Escuela de Química (LAFIT y POLIUNA) es no solo extraer los componentes beneficiosos, sino el marcar las cantidades necesarias para su efectividad a partir del desarrollo de modelos analíticos. “Nuestro proyecto ahora es formular productos concentrados a partir de extractos de frutas, que me permitan disponer de dosis apropiadas, como por ejemplo, si necesito tomar un vaso de jugo de mora, o si puedo tomarme una pastilla que represente cinco vasos. Nuestro máximo objetivo es crear productos macrobióticos con características comprobadas, que se puedan comercializar en el mercado nacional”.