Alimentación España Salamanca, Salamanca, Lunes, 04 de junio de 2007 a las 13:36

Geólogos salmantinos estudian en Mina Conchita la edad de una roca peculiar del noroeste de la Península

Las muestras fueron tomadas en la misma mina de donde supuestamente salieron los explosivos del 11-M, porque allí pudieron localizar las rocas bien conservadas

JPA/DICYT Una investigación en la que ha participado el geólogo de la Universidad de Salamanca Gabriel Gutiérrez ha conseguido datar con exactitud la edad de una de las rocas más significativas del noroeste de la Península Ibérica, la cuarcita armoricana. Los estudios isotópicos aplicados a otro mineral, el circón, revelan que esta roca se formó hace aproximadamente 477 millones de años, unos datos que confirman los obtenidos con anterioridad. Se da la circunstancia de que las muestras se tomaron en las instlaciones de Mina Conchita (Asturias), lugar de donde supuestamente se sustrajeron los explosivos de los atentados del 11 de marzo de 2004.

"La cuarcita armoricana es el tipo de rocas que se ven en la Peña de Francia o las que forman el cierre de la presa de Barrios de Luna, en León, y de hecho también se denominan Formación Barrios", explica el especialista. Estas rocas se constituyeron por los sedimentos que se depositaron en el norte del continente Gondwana, hace 540 millones de años. Hasta el momento, se había calculado su antigüedad a partir de los fósiles encontrados, algo que sólo ofrece "una edad relativa", según Gabriel Gutiérrez. "Son rocas formadas a partir de sedimentos, que los ríos llevan al mar y quedan depositadas en la periferia de los continentes y a los fósiles que se encuentran allí se les asigna una edad que se corresponden con la época en la que vivían esos animales", comenta, un sistema que no permite dar fechas demasiado concretas para rocas con tal antigüedad.

 

Un método diferente

 

Por eso, los científicos recurren a otro tipo de métodos de análisis cuando existe la posibilidad de hallar rocas en la zona que posean minerales que permiten calcular su edad a través de la relación que se establece entre sus isótopos, de manera que dichos minerales son conocidos como relojes isotópicos radiactivos. "Desde su formación, presentan unos isótopos radiactivos que con el tiempo van perdiendo radiactividad y van dando lugar a otra relación distinta entre ellos, que es la que sirve para saber con exactitud cuándo se formaron", explica el investigador.


Para que este método de análisis sea posible, los científicos buscan que en las rocas sedimentarias haya habido actividad volcánica y que esos volcanes dieran lugar a unas rocas que contengan los minerales capaces de actuar como relojes isotópicos radiactivos . En este caso, se sabe que "en el norte de la Península Ibérica probablemente existió un gran volcán, aunque todavía no está calibrada su magnitud, de manera que hay una capa intercalada entre estos sedimentos de cuarcita armoricana, sobre todo en Asturias y León, que responde a una actividad volcánica que produjo una caída de cenizas depositadas en una zona muy extensa. Esas capas de cenizas se transformaron en un mineral que se llama caolinita, y que es la razón de ser de la Mina Conchita en Asturias, ya que se trata de un material blanco muy caro que se emplea para hacer lozas o en la fabricación de papel", explica Gutiérrez. Junto a la caolinita un mineral que sirve de reloj isotópico, el circón, en el que se puede medir la relación entre isótopos de uranio y plomo.


La relación isotópica


Para separar los circones del resto de la roca, ésta se muele y se somete a varios procesos de separación por métodos magnéticos y de densidad. Una vez separados, los circones se disuelven, sufren un proceso químico complejo y acaban por ser analizados por espectrómetros de masa que miden la relación entre los distintos isótopos de uranio y de plomo. Midiendo esa relación se sabe que, si en la actualidad presentan un estado determinado, es porque se originaron hace un determinado número de años.


En este caso, los geólogos han obtenido una edad muy precisa: 477 millones de años +/- 1, lo que concuerda con los datos obtenidos de los fósiles y tiene un gran valor, porque coincide con uno de los límites entre distintos periodos históricos. El responsable de la investigación destaca la importancia de datar con la mayor exactitud posible una capa rocosa de tanta extensión. "Ponerle edad a las rocas nos permite asociarlas a procesos que tenían lugar en continentes que no existen en la actualidad, además, pasamos del relativismo de los fósiles a un concepto más absoluto", afirma Gabriel Gutiérrez.

 

Con Gabriel Gutiérrez han colaborado el geocronólogo de la Universidad Complutense de Madrid Javier Fernández-Suárez, el paleontólogo del CSIC Juan Carlos Gutiérrez-Marco, la geóloga de la Universidad de Salamanca Mercedes Suárez y científicos de Canadá y de la Universidad de Oslo, en cuyos laboratorios se realizaron los análisis.

 

La coincidencia en Mina Conchita
Gabriel Gutiérrez tomó las muestras en la Mina Conchita en otoño de 2003, pocos meses antes de que tuvieran lugar los atentados del 11-M. En la actualidad ya no queda rastro de la explotación, pero "una mina maldita también sirve para que la ciencia pueda realizar una labor", declara el investigador. La elección del lugar se explica por la presencia de caolín, que a su vez contiene el circón, y que la muestra se tome en una mina se debe a que las rocas profundas se conservan mejor que las de la superficie.