Inician la segunda fase de un estudio que utiliza microondas para combatir la malaria
Eva Aguilar/DICYT Dos investigadores panameños han recibido un subsidio de un millón de dólares de la Fundación Bill y Melinda Gates para continuar con un estudio sobre el uso de radiación de microondas para combatir la malaria. Carmenza Spadafora, del Instituto de Investigaciones Científicas y Servicios de Alta Tecnología (INDICASAT-AIP) de Panamá, y José Antonio Stoute, investigador en la Facultad de Medicina de la Universidad del Estado de Pensilvania (Estados Unidos), pasarán a la fase in vivo del estudio, después de que un primer ciclo de experimentos con sangre humana infectada les permitiera comprobar que las radiaciones de microondas matan al parásito que causa la malaria sin provocar daño a los glóbulos rojos sanos.
En el año 2008, Spadafora y Stoute recibieron una primera subvención de 100 mil dólares del programa Grand Challenges Exploration, una iniciativa de la Fundación Gates que patrocina proyectos de investigación con potencial de brindar soluciones innovadoras a los problemas de salud más apremiantes que afectan a los países en vías de desarrollo. La técnica propuesta por los investigadores panameños tenía como objetivo deshacerse de los parásitos del género Plasmodium que causan la enfermedad, utilizando como blanco la hemozoina, un cristal inerte con propiedades magnéticas que el microorganismo fabrica a partir del hierro que extrae de la hemoglobina de los glóbulos rojos. Exponiendo glóbulos rojos infectados a distintos niveles de radiación de microondas los investigadores descubrieron que el parásito era particularmente sensible al calor generado.
"Lo que teníamos eran resultados esperanzadores que nos decían que la onda estaba siendo selectiva y discriminando los parásitos que habían consumido el hierro de los glóbulos rojos sanos", explicó Spadafora a DiCYT. "Por lo tanto, pensamos que podíamos presentar una propuesta para la segunda fase y lo que le propusimos a la Fundación Gates fue usar, ya no la tecnología in vitro, sino in vivo, en ratones".
De acuerdo con la investigadora, de esta segunda fase -que se extenderá durante dos años con opción a solicitar más ayuda financiera si al término de este tiempo se consiguen resultados positivos- esperan ver los parásitos muertos sin tener que exponer a los ratones a potencias muy altas de microondas.
"Los obstáculos a los que podríamos enfrentarnos", explicó Spadafora, "es que estuviéramos causando daño a otros tejidos que no son el blanco [del tratamiento] o a otras enzimas que pudieran contener metales o formas de señalización que tengan que ver con electromagnetismo".
Si bien los investigadores recibieron el dinero de la nueva subvención en febrero de este año, no fue hasta el mes de julio que la Fundación Gates anunció los ganadores del programa Grand Challenges Explorations para segundas fases de experimentación. Los investigadores, por su parte, esperan empezar el trabajo este mes de septiembre, una vez esté listo el equipo de aparatos que se han diseñado especialmente para probar la radiación en los ratones y para profundizar en el mecanismo de destrucción del parásito.
Microondas para personas: un brazo a la vez
Carmenza Spadafora y José Antonio Stoute ya habían trabajado juntos en otro proyecto de investigación relacionado con malaria, que terminó en el 2008. Ese mismo año, al enterarse de la oportunidad que ofrecía la Fundación Gates, decidieron probar suerte y sometieron la idea del uso de microondas para combatir la malaria.
"Yo había escuchado que otros investigadores que estaban experimentando con tumores cancerígenos, exponiéndolos a radiaciones de microondas para marcar los anticuerpos que tenían hierro, ya habían visto una disminución en el tamaño del tumor", cuenta Stoute. "Eso me pareció interesante y pensé que se podía aplicar a la malaria dado que el parásito acumula el hierro".
Sin embargo, los investigadores todavía no saben a ciencia cierta cómo se produce la muerte del Plasmodium, de allí que, aparte de los experimentos en ratones, los estudios a nivel molecular deban continuar.
"No lo entendemos muy bien", confiesa Stoute. "La hipótesis es que de alguna manera las microondas transmiten energía a la hemozoina y esta energía se convierte en calor local dentro del parásito. Quizás de esa manera se destruye la vacuola digestiva, y al destruirse la vacuola las enzimas que están dentro de ella se van hacia el citoplasma del glóbulo rojo y autodigieren al parásito. Como parte de la segunda fase vamos a investigar otros posibles mecanismos".
De tener éxito, Spadafora y Stoute visualizan el inicio de una nueva era en el tratamiento contra la malaria, más barato y seguro, ya que un aparato de microondas colocado en centros de salud no requeriría el uso de drogas ni constituiría una técnica invasiva. Pero, ¿cómo sería ese aparato?
"No es necesario que la máquina sea grande", dice Spadafora. "Es posible que solo tengamos que exponer un brazo o una pierna porque cada seis minutos la sangre pasa por el mismo punto. Lo más importante es saber que la radiación que utilicemos no va a afectar al ser vivo y que va a ser capaz de penetrar lo suficiente, alcanzar los parásitos y matarlos".
Stoute, por su parte, agrega que este mecanismo ayudaría además a resolver uno de los grandes problemas a los que se enfrentan los tratamientos actuales basados en drogas: la resistencia que el parásito desarrolla a los medicamentos.
"Ya hay lugares en el mundo donde los parásitos son resistentes a todas las drogas. [El uso de microondas] sería un cambio completamente radical en el tratamiento de la malaria y de las enfermedades infecciosas", concluyó el investigador.