Alimentación Argentina , Argentina, Lunes, 10 de diciembre de 2012 a las 10:01

Investigadores analizan las características del Río Nuevo, de aguas saladas

Se trata de una red de varios cauces, que disparó su crecimiento acelerado en los años ochenta. Hoy la cuenca terminó de conectarse y presenta un recorrido fluvial continuo de aguas saladas

Argentina Investiga/DICYT Un equipo multidisciplinario de investigadores analizó las características del Río Nuevo. En diálogo con Argentina Investiga, el doctor Esteban Jobbagy, uno de los integrantes del grupo, comentó: “El Río ocupa unos 50 x 25 kilómetros. En ese territorio se multiplicó por tres la longitud de cauces, en sólo 50 años. La mayoría aparecieron en evento súbitos, generando cortes muy escarpados en el terreno. Lo más importante es que antes de los ochenta había segmentos cortos de cursos, por lo general temporarios. Hoy la cuenca terminó de conectarse y hay un recorrido fluvial continuo, desde la base de El Morro hasta el Río V”.

 

Respecto de cuándo surgió el río y cuáles fueron sus causas el especialista explicó: “Lo que en la actualidad es el río era una red de varios cauces que disparó su crecimiento acelerado en los ochenta. Conocemos parcialmente las causas de su surgimiento. Nuestro trabajo sugiere que la combinación de precipitaciones más altas en las últimas décadas con el efecto acumulado de casi un siglo de desmontes fueron los determinantes. Sus aguas son saladas en casi todo el recorrido de los ríos, con excepción de algunas cabeceras. Se caracterizan por mostrar flujo permanente, lo que confirma que su caudal se origina en la surgencia de aguas subterráneas” agregó el investigador.

 

El territorio que atraviesa el Río Nuevo, antiguamente fue una combinación de bosque seco de caldén, algarrobo y pastizal. En 1962 quedaba la mitad de los bosques; hoy sólo queda el 10%. Por ejemplo como secuela del desmonte en el sur de la provincia de Salta, en los suelos con problemas de salinidad, se produjo en el corto plazo una elevación de la napa freática y el continuo afloramiento y desplazamiento de agua salina que va a parar a ríos y arroyos.

 

“En la actualidad, una fracción muy grande de la cuenca se dedica a los cultivos agrícolas típicos de la región pampeana (soja, maíz, girasol, trigo). Nuestras observaciones en ésta y otras zonas similares de San Luis sugieren que, al pasar de la vegetación natural a la agricultura, cambia la forma en que el agua de lluvia se distribuye en su viaje desde la atmósfera a las napas (capas de agua subterránea ubicadas a diferentes alturas en el perfil del subsuelo). Antes, casi el 100% de la lluvia retornaba a la atmósfera como vapor (ya sea capturada por las plantas, o evaporada desde el suelo), con lo cual se mantenía un aporte ínfimo a las napas, que estaban profundas. El pasaje a la agricultura involucra la necesidad de almacenar agua en el suelo para asegurar el éxito del cultivo, lo que sumado a un menor consumo de los cultivos respecto al monte, hace que ahora una fracción de la lluvia alcance las napas.

 

Puede ser un porcentaje pequeño de la lluvia pero suficiente para multiplicar varias veces el aporte a las napas. La recopilación de datos antiguos y actuales muestra que, en la zona, las napas han subido a una velocidad de 15 centímetros por año. En algunos pozos ha habido ascensos de 10 metros desde los años setenta. En un lugar muy plano, esto implicaría la aparición de áreas anegadas, charcos y salinización de suelos. Es lo que ocurrió en Australia, en zonas del Sahel africano y posiblemente en sectores del Chaco paraguayo y argentino.

 

En El Morro, la pendiente y los sedimentos favorecen el movimiento horizontal más rápido de estas napas, que cada vez reciben más agua. Se da la combinación perfecta para que, después de una lluvia fuerte que recarga las napas, se generen colapsos del terreno y se abran estas increíbles gargantas. A diferencia de lo que comúnmente se ve con los fenómenos de erosión clásicos, en los que el agua que corre en superficie abre sus propios ‘canales’, acá se forman desde abajo hacia arriba, por movimiento de agua y sedimentos, en profundidades de 2 a 10 metros debajo de la superficie.

 

Configuración de los cauces

 

Es notable la configuración de los cauces: son alargados, con pocos afluentes. Tienen paredes laterales muy abruptas y sus cabeceras tienen escalones en los que parece que alguien se robó un espesor de suelo, que va del segundo al sexto metro. El flujo de agua es permanente y se han descripto cuencas con esta configuración tan particular en casos en los que el agua subterránea es el agente formador de los ríos y no el escurrimiento superficial”, detalla el especialista.

 

Los investigadores se mantuvieron en contacto permanente con técnicos del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria, INTA, y con productores y pobladores locales, quienes aportaron datos y sumaron observaciones específicas. El trabajo de investigación fue publicado por la prestigiosa revista “Scientific American”.

 

El equipo estuvo conformado por la doctoranda Celina Santoni y el doctor Esteban Jobbagy, junto a Sergio Contreras, investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas de España, Dushmanta Jayawickreme, de la Universidad de Duke, Alfonsina Tripaldi de la UBA y un numeroso grupo de estudiantes de las Facultades de Ingeniería y Ciencias Económico Sociales y de Química, Bioquímica y Farmacia de la Universidad Nacional de San Luis.