Investigadores salmantinos analizan la repercusión de las adicciones en la toma de decisiones
JPA/DICYT Las adicciones producen transtornos en el lóbulo frontal del cerebro, responsable de la toma de deciones, de manera que las alteraciones que se derivan de la ludopatía o del uso de drogas repercuten en la función ejecutiva de los afectados, según indican los últimos estudios en el campo de la neuropsicología. A diferencia de otras patologías neurológicas, la adicción en sí misma es reversible, aunque esa vuelta atrás es muy difícil de lograr, según ha explicado a DICYT la profesora María Victoria Perea, de la Facultad de Psicología de la Universidad de Salamanca en el marco del curso extraordinario Las Adicciones y sus contextos que se ha iniciado hoy en la institución académica salmantina.
"Antes se pensaba que se alteraba la memoria, la atención y algunas propiedades del lenguaje, pero ahora se sabe que lo más importante no es un problema de amnesia, ni de afasia (pérdida del habla), ni de transtornos concretos locales, sino una afectación de la función ejecutiva, debido a la repercusión de la adicción en el lóbulo frontal", declara Perea, quien añade, "la conducta impulsiva es la que predomina en cualquier adicción. La repercusión que tiene se da fundamentalmente sobre nuestro lóbulo frontal, que es el que permite en el sujeto adulto elaborar ideas y ejecutar tareas pertinentes".
Según la investigadora, "el sujeto que presenta una conducta adictiva no es capaz de ejecutar en el día a día las acciones que son más positivas para su supervivencia, hablando desde un punto de vista filogenético, sino que, a pesar de que sabe que su conducta le va a crear problemas, la mantiene".
Con vuelta atrás
En palabras de la investigadora, "lo fundamental es que todos estos transtornos cognitivos son reversibles, aunque a veces tarda uno años en recuperar la capacidad de ejecutar tareas precisas o programar su vida. Otras patologías neurológicas son irreversibles. En este caso podemos hablar de recuperación aunque durante un importante lapso de tiempo el sujeto tiende de nuevo al consumo, ya que aún no es fuerte para poder tomar decisiones".
Cualquier sustancia adictiva produce alteraciones bioquímicas en un consumidor ocasional, pero si el consumidor se convierte en crónico se producen daños estructurales en el sistema nervioso central, como se está demostrando a través de las últimas técnicas de neuroimagen y resonancia. A nivel bioquímico, hay un desajuste del sistema dopaminérgico, encargado de regular las sensaciones de placer. "Tenemos unos circuitos de recompensa y beneficio que nos proporcionan satisfacción. En ellos está implicado el sistema dopaminérgico, que puede alterarse a través de los receptores D1 y D2, del mesencéfalo y de la corteza frontal", indica la profesora. "Es como si lo único que satisfaciese a los receptores de dopamina fuera la droga o la realización de un acto concreto como el juego".