Investigadores utilizan por primera vez radiotelemetría para rastrear abejas tropicales
Eva Aguilar/DICYT Individuos de una especie de abeja de las orquídeas (Euglossine) han podido ser rastreados por primera vez durante sus largos viajes a través del bosque, gracias a pequeñísimos transmisores de radio instalados en sus espaldas. Las abejas de las orquídeas se caracterizan por recorrer grandes distancias para polinizar las flores más extrañas, y ahora los investigadores pueden determinar con mayor precisión el rango de movimiento de los insectos, lo que a su vez permitirá entender mejor el papel que estos tienen en el mantenimiento de los ecosistemas tropicales.
"Cuando la gente perturba y destruye el bosque tropical, también trastorna los sistemas de polinización", explica David Roubik, investigador del Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales de Panamá y uno de los autores del estudio, citado en un comunicado de prensa de la institución. "Ahora podemos rastrear a las abejas de las orquídeas para saber las distancias y los patrones espaciales involucrados en la polinización. Estos son detalles vitales que en el pasado se nos escapaban por completo".
En los resultados del estudio publicados en la edición de ayer (26 de mayo) de la revista electrónica PLoS One, los investigadores señalan que, si bien nadie duda de los servicios ecológicos que prestan las abejas, en realidad no existe evidencia para muchos de ellos. Esto, aseguran, constituye una brecha científica importante, provocada en parte por el hecho de que hasta el momento los científicos no habían contado con un mecanismo para medir las distancias recorridas por las abejas, que pudiera salvar el obstáculo que suponen los árboles entre los que estas se mueven. La radiotelemetría, sin embargo, se ha utilizado con éxito en el pasado para rastrear el movimiento de otros insectos como escarabajos, grillos y libélulas.
Viajeros de largas distancias
Los miembros del grupo Euglossine se caracterizan por ser abejas de colores brillantes, usualmente verde y azul, cuyas poblaciones se extienden desde el norte de México hasta Argentina. Las 200 especies descritas influyen de manera significativa en la evolución y el mantenimiento, no sólo de las orquídeas, sino de un grupo diverso de árboles, arbustos y hierbas. Los machos de las abejas de las orquídeas recogen sustancias químicas producidas por material orgánico en estado de putrefacción y por las flores y otras partes de las plantas. Para recolectar estas sustancias, alimentos y material para anidar, las abejas tienen que viajar lo que los científicos consideran son distancias extraordinarias para el tamaño de su cuerpo, y en esos viajes contribuyen de manera relevante a la polinización a larga distancia, atravesando incluso espacios fragmentados del bosque.
Para llevar a cabo el rastreo, los investigadores capturaron 17 individuos machos de la especie de abeja Exaerete frontalis, a los que se les pegó a la espalda pequeños radiotransmisores. Únicamente 5 individuos conservaron sus pequeños aparatos y sobrevivieron hasta el final del experimento.
"Siguiendo las señales de radio con una antena de mano, descubrimos que los machos de las abejas de las orquídeas pasan la mayor parte del tiempo en pequeñas áreas de anidación y descanso, pero también pueden levantar el vuelo y visitar áreas muy lejanas", señala Martin Wikelski, director del Instituto Max Planck de Ornitología, investigador asociado del Instituto Smithsonian y autor principal del estudio. "Uno de los machos incluso atravesó las rutas de navegación de los barcos en el Canal de Panamá, recorrió por lo menos cinco kilómetros y regresó unos días después".
Los científicos son conscientes de que llevar un radiotransmisor que pesa 300 miligramos puede reducir las distancias recorridas por las abejas, lo que, aseguran, no demerita sin embargo los resultados del estudio.
"Incluso si las distancias que hemos registrado son las mínimas que estas abejas pueden volar, todavía son bastante impresionantes y las consideramos como movimientos de larga distancia", dice Roland Kays, curador del Museo del Estado de Nueva York y otro de los autores de la investigación. "Estos datos nos ayudan a entender cómo es posible que las orquídeas que estas abejas polinizan sean tan peculiares".