Health Brazil São Paulo, São Paulo, Wednesday, October 20 of 2021, 14:03

La exposición recurrente a la malaria aumenta el riesgo de anemia durante los primeros dos años de vida

Científicos brasileños efectuaron un estudio con 1.539 niños en un municipio amazónico que concentra el 18% de las infecciones provocadas por Plasmodium en Brasil

AGENCIA FAPESP/DICYT – En el marco de un estudio realizado con 1.539 niños de Cruzeiro do Sul –un municipio de la región que concentra la mayor parte de los casos de malaria en Brasil, en el estado norteño de Acre–, se constató que los bebés se encuentran relativamente protegidos contra la enfermedad durante su primer año de vida. Con todo, al cabo de ese período, los casos de infección aumentan y vuelven a los niños más susceptibles a la anemia, una condición que puede comprometer el desarrollo infantil.

 

“La anemia en los primeros dos años de vida ocurre precisamente durante el período crítico de desarrollo neurológico. La deficiencia de hierro, que constituye la principal causa de anemia en la infancia, tiene un impacto irreversible en el desarrollo infantil. E impacta también sobre el capital humano y sobre la salud de los futuros adolescentes y adultos de esas áreas endémicas, por consiguiente”, comenta Marly Augusto Cardoso, docente de la Facultad de Salud Pública de la Universidad de São Paulo (FSP-USP), en Brasil, y coordinadora de la investigación.

 

El mencionado trabajo tuvo lugar en el marco del “Estudio MINA – materno-infantil en el estado de Acre: cohorte de nacimientos en la Amazonia occidental brasileña”, que cuenta con el apoyo de la FAPESP. Y los resultados a los que se hace referencia aquí salieron publicados en la revista PLOS Neglected Tropical Diseases.

 

“Se trata del primer estudio de base poblacional de una cohorte [un conjunto de personas que tienen en común un evento que sucedió durante el mismo lapso de tiempo] de nacimientos en la Amazonia occidental brasileña. La propuesta consiste en identificar determinantes de la salud materno-infantil durante los primeros mil días de vida de los niños. Aparte de los problemas que encontramos en otras regiones de Brasil y en otros países de bajos y medianos ingresos, Cruzeiro do Sul suma un factor extra, pues se trata de un área endémica para el paludismo. Por eso investigamos también la existencia de esta y de otras enfermedades infecciosas tropicales, tales como el dengue y el chikunguña”, comenta Augusto Cardoso.

 

Este municipio de 89 mil habitantes, situado cerca de la frontera con Perú y a alrededor de 700 kilómetros de la ciudad de Rio Branco, la capital del estado de Acre, es el cuarto en Brasil en cuanto a incidencia de malaria cada 1.000 habitantes. La región en donde está ubicado, Vale do Juruá, responde por el 18 % de los casos de la enfermedad en el país. En el estudio se efectuó un seguimiento de más de 1.000 niños desde el nacimiento hasta los dos años de edad entre los años 2015 y 2018. Y se detectó anemia en el 12,6 % de los 860 niños testeados en lo referente a la concentración de hemoglobina en sangre a los dos años de edad. Ninguno fue diagnosticado con anemia severa, pero se estima que ese porcentaje sería más alto en las áreas rurales que no fueron abarcadas en el estudio.

 

Trabajos anteriores del grupo muestran un alto porcentaje (del 40 %) de anemia en el parto. Este problema, bastante presente en Brasil, se ve agravado en las mujeres que padecen malaria al comienzo del embarazo y que normalmente se les transmite a los hijos.

 

Según los investigadores, la menor prevalencia de paludismo durante el primer año de vida puede estar asociada con la transferencia de anticuerpos maternos en el transcurso de la gestación. No obstante, en el estudio se evaluaron únicamente los anticuerpos totales en madres y niños; por ende, aún no es posible saber si los mismos poseen capacidad para inhibir efectivamente la infección causada por el parásito.

 

Los cuidados mayores con los bebés durante el primer año de vida, tales como el uso de mosquiteros y una menor circulación fuera de casa, donde se concretan en mayor número las transmisiones, constituyen la principal hipótesis para la menor prevalencia de la enfermedad durante ese período inicial en la vida de la población estudiada.

 

La exposición recurrente

 

Un porcentaje menor de participantes tuvo el diagnostico durante el curso del estudio (un 7,1 %). Así y todo, más del 40 % de los casos registrados corresponde a un grupo de niños entre los cuales se verificaron cuatro o más episodios en el transcurso de los dos años. Esto puede suceder porque el parásito de mayor prevalencia en América del Sur, el Plasmodium vivax, puede permanecer en hibernación en el hígado humano durante meses y provocar varias recidivas de la enfermedad con una única inoculación a través de la picadura de un mosquito.

 

“Observamos que la mayoría de los niños quedan libres de malaria durante los primeros mil días de vida, pero los infectados se ven muy afectados, con episodios recurrentes de la enfermedad. Hubo niños con hasta nueve episodios durante los primeros dos años de vida, lo cual está relacionado directamente con la anemia y con otros factores que comprometen el desarrollo infantil”, explica Anaclara Pincelli, primera autora del artículo y doctoranda en el Instituto de Ciencias Biomédicas (ICB-USP).

 

Pincelli es dirigida por Marcelo Urbano Ferreira, docente del ICB-USP apoyado por la FAPESP y coautor del artículo. En su maestría, la investigadora había estudiado la prevalencia del paludismo y de la anemia entre las madres de los niños participantes en el estudio durante el embarazo y el parto.

 

La doctoranda remarca que solamente se contemplaron casos de malaria clínica, que es cuando se la diagnostica y se la trata. Los casos asintomáticos de la enfermedad, cuyos efectos aún no se conocen bien, pueden también estar ejerciendo alguna presión sobre la salud de la población, pero todavía no han sido evaluados.

 

Asimismo, fueron contemplados únicamente pacientes del área urbana y periurbana del municipio, con quienes se podría entrar en contacto durante los dos años del estudio. Es sabido que los habitantes de la zona rural, un área con mayor incidencia de paludismo y menos acceso a los servicios públicos de salud, responden por más casos que la población urbana. “El efecto de la enfermedad probablemente es mucho más grave que lo que logramos demostrar”, dice Pincelli.

 

Los autores ponen de relieve la urgente necesidad de implementar estrategias de prevención de la malaria durante los primeros mil días de vida de los niños en las zonas endémicas. Las mismas deben incluir el uso profiláctico semanal de antipalúdicos luego del tratamiento de la enfermedad en el embarazo y la realización de test periódicos durante el período prenatal. Y ambas medidas son preconizadas por el Ministerio de Salud de Brasil, sumadas a los cuidados recomendables durante los primeros años de vida.

 

En 2021, el proyecto se expandió para verificar la existencia COVID-19 entre los niños del estudio, ya con cinco años de edad. Los resultados preliminares de los primeros 700 testeados, que aún no se han publicado, indican que al menos el 40 % cuentan con anticuerpos totales para el SARS-CoV-2, señal de que estuvieron en contacto con el nuevo coronavirus.

 

Con esta nueva fase del estudio, los investigadores tendrán aún más herramientas para orientar las políticas de salud pública en esa y en otras regiones endémicas para enfermedades tropicales, aparte de poder entender mejor la relación de estas afecciones con el COVID-19.