La Universidad de Salamanca colabora con Intervet en la mejora de la gestión de sus aguas residuales

AVPR/DICYT El Centro de Investigación y Desarrollo Tecnológico del Agua (CIDTA), perteneciente a la Universidad de Salamanca, coordinará una serie de estudios con los que Intervet Salamanca (empresa dedicada a la fabricación de vacunas para animales) pretende mejorar la eficacia de la gestión de los residuos hídricos que genera su actividad. Según ha comentado a DICYT Juan Manuel Cachaza, director del CIDTA y catedrático de la institución académica salmantina, "Intervet cuenta con unos muy buenos sistemas de tratamiento de aguas residuales, pero sus responsables han detectado en los últimos tiempos una serie de olores desagradables, y quieren conocer las causas para incorporar posteriormente las mejoras necesarias para corregirlos".

La labor del CIDTA se centrará en estudiar el funcionamiento de los sistemas actuales de tratamiento de aguas residuales con los que cuenta la empresa y certificar que dichos sistemas no sufren ninguna anomalía. "Nuestra labor esencial, una vez hechas las comprobaciones pertinentes, consiste en determinar la causa de estos olores y, una vez realizado el diagnóstico, proponer soluciones a los responsables de la empresa", explica Juan Manuel Cachaza. El director del CIDTA añade que "el encargo da muestras de la preocupación que la multinacional holandesa Azko Nobel, a la que pertenece Intervet Salamanca, tiene sobre el cuidado del medio ambiente en el que se asientan sus instalaciones y sobre la salud de sus trabajadores".

Fabricando vacunas desde 1974

Intervet International está implantada en Salamanca desde 1974. Concretamente las instalaciones salmantinas, ubicadas en el Polígono El Montalvo, están dedicadas a la fabricación de vacunas animales partiendo del cultivo de antígenos, que son los organismos responsables de las diferentes patologías que se quieren combatir. Durante el proceso de fabricación los diferentes agentes patógenos se inyectan en un huevo fértil, o bien en un cultivo celular extraído de un embrión de pollo. De esta forma se proporciona al virus un entorno en el que crecer y reproducirse. Posteriormente, y para inactivar el virus, se añaden agentes químicos, como el formalín, y se mantiene el producto a una temperatura de cuatro grados centígrados (4º) entre uno y veintiún días. Si el preparado supera las pruebas de calidad, pasa a la última fase en la que se le añadirá bien una solución acuosa, bien una emulsión compuesta de agua y aceite, que ayudarán a liberar el antígeno lentamente cuando se inyecte la vacuna al animal.