Los científicos no descartan una nueva erupción del Turrialba en virtud de su diversidad geoquímica
UNA/DICYT Aunque las erupciones del volcán Turrialba en enero no resultaron violentas y la caída de ceniza no fue tan intensa, los expertos del Observatorio Vulcanológico y Sismológico de Costa Rica de la Universidad Nacional (OVSICORI-UNA), no descartan que a mediano o largo plazo el coloso turrialbeño ruja de nuevo; esto en virtud de que en su pasado geológico se evidencia una gran variedad de comportamientos explosivos, a raíz de la diversidad geoquímica registrada en las rocas de erupciones anteriores.
Rodolfo van der Laat, vulcanólogo del OVSICORI-UNA, comentó que la composición química de la roca registrada en su última erupción en 1864 puede originar explosiones moderadas, similares a las del volcán Irazú entre 1963 y 1965 o incluso algunas más fuertes y violentas. “El Turrialba, a diferencia de otros volcanes, presenta una composición química muy variada en la roca y en los depósitos antiguos de materiales lo que nos hace analizar sobre el potencial de su explosividad, explicó Van der Laat. En una eventual erupción de cenizas, ésta podría acompañarse por lavas, avalanchas de lodo, flujos piroclásticos y explosiones considerables.
El despertar
Desde sus últimas erupciones de cenizas entre 1864 y 1866, el volcán Turrialba despierta de nuevo en 1996, acompañado de pequeñas fumarolas en el cráter oeste, hacia una expansión e intensificación del campo fumarólico en todas sus paredes internas y en los últimos años en las faldas externas a este cráter oeste.
La continua desgasificación ha enviado grandes cantidades de vapor de agua, gases magmáticos y material particulado a la atmósfera (azufre nativo, entre otros), afectando dramáticamente la flora y el ambiente alrededor del cráter, principalmente en el flanco oeste-sur-oeste, hacia donde soplan los vientos predominantes. Como resultado se presentan daños muy se veros de acidificación en bosques y pastos. También la actividad humana se ha visto afectada en esta zona, por lo que algunas familias decidieron evacuar la región.
Asimismo, el fenómeno que se presenta en los primeros días del 2010 es la manifestación de un aumento de la desgasificación del volcán, ocasionada por una mayor presión de los gases volcánicos que abrieron un nuevo boquete por el que se ha canalizado la mayor parte de la emisión fumarólica. Esta explosión constituye la primera erupción de cenizas del volcán Turrialba en muchas décadas.
Erupción magmática
En caso de una eventual explosión del coloso turrialbeño, el vulcanólogo del OVSICORI-UNA subrayó que en primer lugar se deben valorar las amenazas por separado, entre las que destacan los piroclastos o fragmentos de roca de diversos tamaños; materiales emanados de una explosión como la ceniza, rocas pequeñas o lapilli y bloques mayores.
Van der Laat resaltó que los bloques mayores se distribuirían en los alrededores del cráter en un rango no mayor a un kilómetro. Los materiales como lapilli y las cenizas dependerán de la velocidad del viento. No obstante, en términos vulcanológicos existen los piroclastos balísticos gruesos, los cuales a diferencia de los piroclastos finos como la ceniza no dependen del viento, sino de la energía liberada a la hora de la explosión. Aunque vayan contraviento, no sobrepasarán el kilómetro de distancia.
En el caso de los piroclastos finos, aquellos con un grosor de uno a dos milímetros, en la mayoría de los casos caen en las cercanías del volcán y lo que es el polvo de ceniza podría recorrer hasta los 150 kilómetros de distancia o más, es decir más allá de las costas guanacastecas producto de fuertes vientos. La ceniza, en combinación con las lluvias produce avalanchas de lodo.
Otra amenaza por valorar es la lava y los flujos piroclásticos. Según el experto la lava, de velocidad lenta no representa gran peligro, excepto si desciende a zonas pobladas. En el caso del Turrialba la lava fluiría por una especie de cañón que se ubica en el lado noreste-norte, por la cual se canalizaría a una región poco poblada.
En cuanto a los flujos piroclásticos, existe evidencia de que en su pasado geológico se presentaron, lo cual no se descarta que se manifieste a futuro. El flujo piroclástico es el tipo de erupción más peligroso que existe, el cual es conformado por una masa muy densa de gases que contiene ceniza y fragmentos de roca de todo tamaño, con temperaturas mayores a los 800º centígrados. Esta desciende a velocidades cercanas a los 200 Km/h llevándose todo a su paso. A menudo bajan por los cauces de los lahares, para alcanzar un máximo que dependerá del volumen de material y las pendientes”.
Ojo a las avalanchas
El experto recalcó que asociado a la ceniza se presentaría el problema de los lahares, los cuales podrían ocasionar avalanchas similares a la ocurrida con el río Reventado, a causa de las cenizas emanadas por el volcán Irazú en 1963. Es probable que luego de una considerable acumulación de ceniza haya arrastre por efecto de las lluvias, convirtiéndose en poderosas avalanchas de lodo.
En el caso del volcán Turrialba, la mayoría de sus cuencas se dirigen hacia al Caribe. Sin embargo, al norte se ubica el río Toro Amarillo y el Sucio y en el sector sur los ríos Aquiares, Colorado, Birris y Río Turrialba. En dicha zona habría un riesgo significativo para los proyectos hidroeléctricos de Cachí y La Angostura, dado que ambos aprovechan la corriente del río Reventazón para la generación de electricidad.
Análisis de ceniza
Las cenizas emanadas por el Turrialba entre los días 5 y 6 de enero tienen acidez neutra, es decir, de una naturaleza alcalina (levemente caústica). Los materiales expulsados son superficiales y parte de erupciones antiguas. Este hecho sugiere que hasta el momento no hay lava o magma de lo profundo involucrada en las erupciones de ceniza o un nuevo aporte extraordinario de gases magmáticos frescos. Además, las cenizas contienen pocos iones disueltos, por lo que su efecto sobre la vegetación e infraestructura (capacidad de quemar la vegetación o corroer superficies) es relativamente menor al de cenizas volcánicas con carácter ácido