"Pienso que Castilla y León está entre las comunidades con mayor incidencia de diabetes infantil"
Beatriz G. Amandi/DICYT La doctora Florinda Hermoso, especialista en Endocrinología Pediátrica del Hospital Clínico Universitario de Valladolid, ha sido la encargada de organizar el V Curso de postgrado de diabetes del niño y del adolescente, organizado por la Sociedad Española de Endocrinología Pediátrica en colaboración con Novo Nordisk, que ha tenido lugar en Valladolid durante el fin de semana.
Florinda Hermoso adelantó hace unos días a DICYT la intención del Hospital Clínico Universitario de Valladolid de realizar un estudio de incidencia de diabetes infantil en toda la comunidad autónoma, después de detectar que las consultas en su centro se han incrementado en los últimos años.
¿La incidencia de la diabetes infantil es especialmente alta en Castilla y León?
Queremos hacer un estudio de toda la región, porque no existe y nos permitiría conocer el estado de la patiología en la comunidad, y sería muy bueno para que las autoridades puedan utilizar los recursos sanitarios con arreglo a la incidencia de la enfermedad. De momento, sólo tenemos la observación como dato para analizar la realidad, pero sospechamos que estamos a nivel de regiones como las que tienen mayor incidencia en toda España, que son Extremadura y Andalucía, cuyos índices superan los 20 niños enfermos al año por cada 100.000 habitantes.
Uno de los temas que se han abordado en el curso ha sido la educación diabetológica, ¿qué es exactamente?
Es la enseñanza escalonada e individualizada a la familia y al niño sobre el manejo y el tratamiento de la diabetes, y es esencial porque es necesario que la familia sepa cómo debe controlar la glucemia y la diabetes de los pequeños. Son conocimientos médicos que se transmiten de manera escalonada y adaptados a los conocimientos y nivel intelectual que pueden tener tanto los niños como las familias. Para ello tenemos un material especializado que consiste en un manual de la Sociedad Española de Endocrinología Pediátrica, que se utiliza para los pacientes que son menores, para que puedan ir adquiriendo los conocimientos poco a poco y se inicien en la educación diabetológica.
¿Cuál es la edad más difícil?
Es especialmente difícil los primeros años de la vida, porque los niños tienen trastornos alimentarios, crecimientos no habituales y eso hace más complejo el tratamiento. Pero también en la pubertad y adolescencia es duro, porque los chicos tienen esa edad de rebeldía que también tiene alternaciones en el tratamiento.
¿Cuál es la parte más dura del tratamiento?
En la vida todo hay que relativizarlo todo, y este tema es muy complejo. Lo primero que hay que conseguir es que, una vez pasada la tormenta del diagnóstico, la familia al completo empiece a trabajar con su médico y con su educador para tener la seguridad de que se están haciendo bien las cosas. Hoy en día, los mecanismos de agujas se van superando y hay otros métodos de control de glucemia capilares por extracción de gotitas de sangre que han mejorado la calidad de vida, puesto que el dolor es mínimo. Sin embargo, reconocemos que es costoso, la vida del diabético debe asumir que debe estar pendiente de su glucemia, pero los mecanismos y tratamientos van mejorando.
¿Es cierto que es más fácil para los niños asumir la diabetes?
Lo que es cierto es que se adaptan mejor a lo estricto del tratamiento que un adulto, puesto que a veces el adulto presenta comportamientos de rebeldía, ya que le cuesta asumir la situación.
¿Cuáles son los principales avances en materia de tratamientos?
Ahora hay métodos que se basan en introducir la insulina debajo de la piel en vez de pincharse. Son conocidos como infusores continuos de insulina, que consisten en que un cateter, bajo la piel, va liberando la insulina poco a poco, pero este método aún está restringido a un tipo concreto de diabéticos. Sin embargo, se está desarrollando y hay aparatos para controlarlos que son como mini ordenadores muy perfectos. En el caso de los niños también existen métodos de monitorización, que permiten conocer cuándo se descompensa la diabetes. De este modo, las familias pueden conocer el estado del niño sin tener que ir al hospital. Estos métodos consisten en unas tiras reactivas en sangre y orina, que determinan si hay cetonemia en la sangre, permitiendo así que los padres puedan aumentar el nivel de insulina del niño sin pruebas más complicadas.