Alimentación España , Valladolid, Martes, 07 de junio de 2005 a las 20:15

Quince grupos de acción local suscriben el proyecto MYAS Q para revalorizar los recursos micológicos

Se trata de una iniciativa pionera en la que paticipan todas las provincias de la región excepto Valladolid

Beatriz G. Amandi/DICYT  Un total de quince grupos de acción local de Castilla y León han suscrito hoy un convenio con la Consejería de Medio Ambiente para la puesta en marcha del proyecto MYAS Q, cuyo objetivo es implantar un sistema pionero de explotación del recurso micológico que aúne los intereses del sector agroalimentario, turístico, de conservación de los recursos naturales y de desarrollo económico en el medio rural.

El presupuesto con el que cuenta esta iniciativa es de 1'1 millones, de euros que serán destinados a 37 actuaciones en 986 municipios de ocho provincias (de Castilla y León particpan todas excepto Valladolid), aunque no se descarta que se unan nuevos grupos de acción local durante el desarrollo del proyecto que tiene previsto finalizar en 2006. Se estima que la extensión a la que afectará el proyecto es de 35.000 kilómetros y que podría beneficiar al 20% de la población de la región, es decir a 540.000 habitantes de las comarcas afectadas.

El punto de partida está en la riqueza micológica de las diferentes zonas de la región que hacen posible que se puedan recolectar setas a lo largo de todo el año. Los objetivos son conseguir una regulación y explotación del recurso que evite una sobreexplotación o malas prácticas que puedan acabar con los hongos. Igualmente, se espera que el sector se pueda integrar en los procesos habituales de la economía formal, con una comercialización controlada y garantías de salubridad. Crear una conciencia ambiental y una nueva percepción del recurso también figura como objetivos a lograr, al igual que la vinculación de las zonas a un turismo de calidad.

Actualmente hay en Castilla y León unas 25 empresas que se dedican a la transformación y comercialización de los hongos y aunque su facturación es difícil de conocer, se estima que, al finalizar el proyecto, se haya formado una red de 150 establecimientos con distintivo micológico.

 

Fundamentos científicos del proyecto

Las numerosas actuaciones que contempla el proyecto, tanto de formación como de organización de los recursos y del turismo están fundamentadas en un profundo estudio que ha contado con la colaboración de centros de investigación, formación y estudio. La directora científica del proyecto, Mercedes Molina, profesora de la Universidad Complutense de Madrid, ha explicado a DICYT que se trata de conseguir una explotación del recurso que sea sostenible y que no afecte al estado de los bosques y zonas forestales.

Por ello, se ha planteado que al finalizar el proyecto, en la primavera de 2006 se celebre un seminario científico que aborde las medidas adoptadas y valore otras nuevas que se puedan poner en marcha.

Igualmente habrá cursos destinados a conseguir eliminar lo que se consideran malas prácticas en la recolección, y fomentar las buenas, como son las de recoger las setas cuando ya están en un estado de crecimiento adecuado, no arrancarlas sino cortarlas con cuchillo o navaja, no utilizar nunca bolsas de plástico, sino cestas, que permitan que las esporas de las setas recogidas se puedan diseminar y contribuir así al mantenimiento del recurso, entre otras.

Mercedes Molina también señala que no es apropiado utilizar el rastrillo en la recolección de setas, puesto que este supone un grave daño para la masa forestal que implica un mayor tiempo de recuperación para las especies que puede arrasar.

Esta investigadora señala también la necesidad de educar a los recolectores, ya que según explica, suelen recogerse los mismos tipos de setas siempre, “cuando en realidad hay muchos más tipos de setas comestibles que se pueden recoger”, apunta y así no se dañarían siempre las mismas especies.

 

Especies y épocas de recolección
En función de la época y de las zonas hay diferentes especies que se pueden recoger, de modo que todo el año es posible comer setas frescas. Así, en invierno, las especies más apropiadas son la tricholoma terreum (negrilla) y la Hygrophorus marzuolus (marzuelo), que se encuentran en pinares; y la tuber nigrum (trufa negra), que se encuentra en encinares de zonas calizas.

En primavera, se encuentran con facilidad la Agaricus macrosporus (champiñón) y la calocybe gambosa (lansaron o perrechico), en praderas; el marasmius oreades (senderilla) en praderas y pastizales, o la morchella esculenta (colmenilla) en zonas de ribera.

En verano, se encuentran sobre todo en zonas frondosas, donde se pueden coger las especies boletus aestivalis (hongo o boleto de roble), la amanita caesarea (oronja) y la boletus aereus (boleto negro). También en esta época se encuentra en zonas de encinares calizos la tuber aestivum o trufa de verano.

Finalmente, el otoño es la época en que más tipos de setas es posible encontrar y en la que más recolectores salen en su busca. En esta época se pueden encontrar en zonas frondosas y pinares especies como la boletus edulis (boleto blanco) y la cantharellus ciborius o rebozuelo, así como el lactarius deliciosus o níscalo. Sin embargo, en pastizales o eriales también hay otro tipo de seta comestible que es el pleurotas eryngii, conocido como seta de cardo y muy apreciado por sus características culinarias. El último gran grupo de setas que aparece en esta época, especialmente en praderas y claros de bosque, es la legista personata o pie violeta.