Alimentación España Ávila, Ávila, Jueves, 25 de febrero de 2010 a las 19:32

Un geólogo asegura que la falta de previsión de los países agrava las consecuencias de terremotos como el de Haití

Pablo G. Silva, experto de la USAL, achaca a la concentración de población y la ausencia de normas de construcciones sismorresistentes la magnitud de la catástrofe

MEG/DICYT Bajo el esclarecedor título ‘Lecciones de la Tierra a la sociedad’, el experto en terremotos y profesor del Departamento de Geología de la Universidad de Salamanca, Pablo G. Silva, explicó en la Escuela Politécnica Superior de Ávila cómo una sociedad puede influir negativamente en las consecuencias de un terremoto como fue el caso de Haití, donde, aseguró, la concentración de población y las malas edificaciones en un lugar con una elevada sismología han multiplicado por la enésima potencia las consecuencias del fenómeno.

 

«Un terremoto de la misma magnitud (7 grados) al lado de Los Ángeles, en los años 70, se saldó con un muerto», mientras que el de Haití se llevó por delante a 150.000 personas. La densidad de población, la mala calidad de las construcciones y la falta de prevención con una norma de edificación ‘antisísmica’ en un lugar con importantes riesgos de sufrir terremotos son, para Pablo Silva, factores que “han preparado” de alguna manera la catástrofe. Haití está situado sobre la falla de Enriquillo, en el límite de las placas del Caribe y la Sudamericana, y “ya ha sufrido más terremotos a lo largo de la historia”, aunque no tan brutales en cuanto a daños bien “porque su epicentro no estaba tan cerca de la mayor población, Puerto Príncipe, como éste (a 16 kilómetros)”, como ocurrió en el de 1984, o porque entonces, como pasó en 1770, no había tantas construcciones.

 

Es la lección que da la Tierra a la sociedad, la de que nuestro comportamiento pasa factura en los efectos de los fenómenos naturales. Y no es cosa sólo de lugares lejanos. Puede hacerlo también a este lado del Atlántico. “En España tenemos una norma de construcción sismorresistente desde los años 90 y antes que esa teníamos otra menos explícita y técnica de los 70”, así que las construcciones anteriores a los 70, lo que incluye el boom turístico de los 60, no están preparadas para afrontar un seísmo importante, mientras que las levantadas entre los 70 y los 90 están algo mejor, “pero tampoco cumplen la normativa actual”. ¿Y dónde están los mayores riesgos en España?, “depende de donde vayamos”, apunta el geólogo, que cita la cordillera bética y el levante español (de Alicante a Gibraltar), como la zona con mayor riesgo sísmico. De hecho, comentó que un terremoto asoló Torrevieja en 1829 y, tras él, se adoptaron normas de construcción restringidas para la reconstrucción, pero “con el boom de los 60 eso se acabó” y “volvieron a edificarse torres enormes”.

 

La ciencia, y en concreto los estudios geomorfológicos y geológicos, algo a lo que precisamente se dedica este experto, pueden ayudar a determinar los periodos de recurrencia de los terremotos (los años a los que pueden repetirse), aunque en España “todavía estamos en pañales en eso”, dijo.

 

Pues de la ayuda de la ciencia, la tecnología y los conocimientos, en este caso después de la catástrofe, trató la segunda conferencia de la tarde, la de la voluntaria de Cruz Roja e ingeniero técnico de Obras Públicas Sara Escudero, ex alumna de la escuela. Bajo el título ‘Agua para emergencias’, explicó el operativo que se despliega para llevar el agua potable y saneamiento a lugares devastados como Haití. “Llevamos material adicional, como plantas potabilizadoras, tanques, depósitos y cisternas de suministros para un mínimo de 20.000 personas”, una labor importante para que la población pueda beber y para prevenir enfermedades. Es la cara humana de la ciencia y ‘otra visión’ de la carrera y la especialidad de Hidrología. Seguro que los alumnos tomaron buena nota de todo.