Un test analiza las pérdidas de memoria que son producto de traumatismos
JPA/DICYT Karalyn Patterson es una reconocida científica de la MRC Cognition and Brain Sciences Unit, de la Universidad de Cambridge, famosa por haber creado un test que lleva su nombre para detectar patologías cerebrales relacionadas con pérdida de memoria. La experta británica ha visitado hoy el Instituto de Neurociencias de Castilla y León (Incyl), en Salamanca, para explicar los fundamentos de esta prueba diagnóstica que sirve, además, para conocer el papel de las zonas del cerebro implicadas en la memoria y el lenguaje.
Su objeto de estudio son las patologías cerebrales que surgen después de una lesión, en concreto, intenta saber cómo afectan al lenguaje y a la memoria en adultos, aunque en la actualidad trabaja en una enfermedad progresiva de la memoria. "Cuando hablo de memoria no quiero decir el tipo de memoria que todos entendemos, acerca de qué hemos hecho la semana pasada, sino que me refiero al nombre que le damos a los objetos. Cuando utilizamos una palabra, todos sabemos a qué objeto se refiere, pero hay personas que pueden perder esa capacidad para recordar el significado de una palabra que identifica objetos, personas o actividades, eso es la memoria semántica, en la que trabajamos", ha señalado en declaraciones a DiCYT.
Estas patologías están muy focalizadas en un área concreta del cerebro, de manera que entender este tipo de problemas también supone conocer "qué tipo de papel tiene esa zona del cerebro en nuestra vida diaria", asegura.
"El diagnóstico de este tipo de enfermedades se basa sobre todo en técnicas de neuroimagen, pero también en tests como los que hemos diseñado, que no consisten tanto en el diagnóstico general de la enfermedad, sino en profundizar en los detalles", afirma. Así, el Test de Patterson incluye una parte verbal, que establece una relación entre una palabra y un objeto, y pruebas no verbales, que buscan la capacidad para recordar asociaciones entre objetos.
Para explicarlo, Patterson pone un ejemplo concreto con dos dibujos parecidos en parte, pero con una diferencia importante: dos camellos, el objeto real, con su joroba incluida, tal y como es en la realidad; y una versión simplificada que ha dibujado el propio paciente y que carece de joroba. "Le preguntamos al paciente cuál es el objeto real, algo que incluso un niño de dos años sería capaz de identificar, pero estos pacientes creen que el objeto real es el que ellos han dibujado porque pierden la memoria que les indica que la joroba es una parte esencial del camello", señala.