Tecnología España , León, Jueves, 18 de marzo de 2010 a las 18:03

Una empresa leonesa escoge siete cepas de microalgas como posibles productoras de biodiésel

El Instituto Biomar concluye la fase de selección e inicia la búsqueda de un colaborador para la producción a nivel industrial

Antonio Martín/DICYT Siete cepas de microalgas y cianobacterias de un total de 1.300 analizadas serán las encargadas de continuar un proyecto empresarial de I+D+i con el que se pretende conseguir biodiésel a partir de estas especies marinas. El Instituto Biomar, empresa leonesa con más de 10 años de experiencia en el ámbito de la Microbiología marina, ha terminado el proceso de selección de estas cepas y ha comenzado a buscar un colaborador que permita comprobar a escala industrial la capacidad de estos organismos para producir este combustible. Las microalgas poseen diferentes ventajas competitivas respecto a los vegetales, otro de los orígenes del biodiésel, como fijar CO2.

 

El proyecto de investigación se inició hace dos años entre el Instituto Biomar y Ecofuel, división de biocombustibles de la compañía aragonesa Grupo Horcona. Sin embargo, esta última empresa se retiró del desarrollo empresarial. Actualmente, fruto de su trabajo investigador, Biomar cuenta con una colección de 2.500 cepas de microorganismos que ha recolectado de diferentes mares del mundo (del Caribe hasta el Mar de Noruega, del Atlántico al Mediterráneo). En sus laboratorios, sus técnicos han analizado hasta 1.300 que puedan ser capaces de producir biodiésel, de las que han extraído las siete candidatas. El trabajo ha sido frenético. Según explica a DiCYT Antonio Fernández Medarde, su consejero delegado, "cada dos días se identifica y asigna una estructura a un microorganismo". Ahora, la compañía se pretende dar el paso a la escala industrial.

 

En estos momentos, la compañía está trabajando con opciones de Australia, España y Reino Unido con empresas de dos perfiles. Por un lado, con empresas generadoras de CO2, bajo la perspectiva de fijación de este gas de efecto invernadero. Por otro, con petroleras y otro tipo de negocios que se dedican a buscar una alternativa a los combustibles fósiles por medio del biodiésel. Hay que recordar que a nivel mundial grandes corporaciones como British Petroleum (BP) o Exxon ya trabajan en este ámbito.

 

Producción y productividad

 

Los microbiólogos de la empresa, que tiene sus instalaciones en el Parque Tecnológico de León, han medido los parámetros de velocidad de crecimiento de las microalgas y las cianobacterias (en esencia son lo mismo, pero se diferencian en que las primeras se puede denominar propiamente microalgas al contar con núcleo celular, mientras que las bacterias no cuentan con este orgánulo). También se analizó la acumulación de dos tipos de ácidos grasos conjugados con glicerol, involucrados en el proceso de tránsito del aceite al biodiésel en condiciones estándar. Por último, comprobaron la capacidad de adaptación a condiciones de estrés de los organismos.

 

Según explica Fernández Medarde, el biodiésel de origen marino "puede dar respuesta a la mala prensa que se ha granjeado el combustible en los últimos años". Uno de los grandes problemas que cita este empresario es que la materia prima actual para la creación de biodiésel (de aceites de jatrofa o palma), están al albur de los vaivenes de la compraventa de la materia prima y de los productores de estos vegetales. "En el caso de las microalgas, el mercado es más estable, ya que el productor es el mismo que el fabricante". Por otra parte, las algas, según Fernández Medarde, son más productivas: "Para producir una tonelada de biodiésel, es necesario cinco veces menos espacio que con especies vegetales". Además, "al utilizar piscinas, se puede utilizar terreno baldío".

 

Otras líneas de I+D+i

 

El Instituto Biomar desarrolla actualmente otras líneas de investigación, desarrollo e innovación relacionada con los microorganismos marinos. Un primer núcleo es la salud humana, en la que de forma individual investiga las propiedades antitumorales y antibacterianas de la producción de diferentes cepas de origen marino. Junto con otras empresas, las investigaciones se abren al alzhéimer, los anticoagulantes, la tuberculosis y los antiinflamatorios. El segundo núcleo de actuación es la aplicación industrial fuera de la farmacia. Aquí, además de los desarrollos en torno al biodiésel, ha emprendido colaboraciones en el ámbito de la acuicultura, los biopesticidas y la alimentación.

 

Fernández Medarde repasa cómo el mar puede ser una fuente de medicamentos 
 
Antonio Fernández Medarde participó hoy en la segunda sesión del ciclo de Biomedicina que organiza el Club de Prensa del Diario de León. En su ponencia, el consejero delegado del Instituto Biomar hizo un repaso al mar como fuente de medicamentos, analizó los sistemas de extracción actuales y se centró en las líneas más exploradas en la farmacología de origen marino: el cáncer y las infecciones de origen bacteriano. Según recordó, en la actualidad los organismos de los que se extraen mayor número de compuestos para la farmacia son "las esponjas, seguidos de los moluscos, las estrellas de mar y los ginodermos". El experto recordó que la extracción de algunos compuestos de estos invertebrados es "más compleja y menos productiva" que la de microorganismos y que los avances tecnológicos "permiten descubrir una mayor aplicabilidad de estas moléculas, lo que ha provocado un interés renacido por estas fuentes". Además de la química de productos naturales, los laboratorios emplean actualmente técnicas de espectrometría o resonancia magnética nuclear en la mejora de cepas superproductoras de fármacos.