Analizan la presencia de aerosoles ambientales en los eventos de lluvia
Antonio Martín/DICYT La lluvia, es sabido, se produce cuando a partir de la condensación del vapor de agua en la atmósfera se generan partículas sólidas que permanecen en suspensión y, posteriormente, precipitan. Pues bien, según indican los expertos, sin la presencia de ciertas partículas, los aerosoles, es muy difícil que se inicie este proceso, esto es, que se formen las nubes. Un grupo de investigadores de la Universidad de León ha comenzado a investigar el papel de los aerosoles antes, durante y después de que llueva. También quieren conocer cómo se produce el denominado efecto de lavado, esto es, cuando, en un ambiente muy cargado, después de la lluvia el aire está más puro.
El equipo de científicos, que pertenece al Departamento de Química y Física Aplicadas, posee "una amplia experiencia en el estudio de la precipitación y de los aerosoles por separado", explica a DiCYT Amaya Castro, una de los integrantes. Sin embargo, éste es el primer estudio en el que relacionan ambas variables. El grupo ha realizado durante los últimos 25 años numerosos estudios sobre precipitaciones, tanto lluvia como granizo, y en 2000 comenzaron a analizar las distribuciones de aerosoles en eventos como incendios forestales o quema de rastrojos. En líneas generales, este personal trabaja "en el estudio del material particulado y de las precipitaciones sólidas y líquidas y su relación con variables meteorológicas", indica la especialista.
Según explica Amaya Castro, existen diferentes tipos de aerosoles. Unos son de origen natural, como el polen, y otros los hemos generado los seres humanos. "La presencia de aerosoles afecta al medio ambiente de múltiples formas, por ejemplo, la lluvia ácida, daña las masas vegetales y acelera el proceso de meteorización de los monumentos de construcción caliza", resume. También tienen efecto en la salud, como las alergias que causan los pólenes, o en la industria: el aumento de partículas en la atmósfera puede impedir que la radiación total llegue al suelo y, por tanto, afecte a la captación de energía solar. Por todo ello, "es importante conocer cuáles son los tipos de aerosoles en una zona geográfica concreta" y analizar el efecto de lavado, esto es, saber cuánto tiempo se tarda en restablecer los niveles de aerosoles tras la lluvia y las distribuciones de los tamaños de estas partículas en este proceso.
Las tomas, en León
Los científicos han escogido León en su primer trabajo a nivel urbano sobre este tipo de mediciones. La ciudad presenta "un tamaño adecuado" para la recogida de muestras a través de un medidor de aerosoles. Las tomas se realizaron en invierno, porque existe una mayor probabilidad de lluvia y por las emisiones a la atmósfera. León "aunque no es una ciudad especialmente contaminada, las calefacciones son grandes emisoras de partículas contaminantes durante los meses invernales". Los resultados de esta localidad son "extrapolables a ciudades de características similares".
Durante el periodo de estudio, recogido en Atmospheric Rersearch, se describieron cinco lluvias. "Se clasifican como de baja intensidad, ya que ninguna superó los 15 milímetros de precipitación y las intensidades de precipitación máxima fueron de unos seis milímetros por hora". La duración, sin embargo, osciló entre tres y 12 horas. Las masas de aire fueron de dos tipo: marítimas polares y marítimas tropicales y en algunos eventos se pudo observar, gracias a su lenta evolución, que incorporaban aerosoles de la quema de biomasa, sulfatos provenientes de Europa central y aerosoles del norte de África.
Dos horas de recuperación
El estudio mostró como principales resultados que "el efecto de lavado que provoca la precipitación es evidente en intensidades de precipitación superiores a los tres milímetros por hora". Los autores estimaron además que después de la precipitación, "se tardan dos horas para que las distribuciones de tamaño de los aerosoles vuelvan a sus valores iniciales".
El trabajo fue realizado con un espectrómetro láser capaz de contar partículas ambientales de entre 0'1 y 10 micras en 31 canales diferentes. Existen pocas copias de este dispositivo del equipo de investigación de León en toda España. El estudio fue financiado por la Comisión Interministerial de Ciencia y Tecnología (Cicyt) y la Junta de Castilla y León. La investigación fue enviada al congreso International Conference on Clouds and Precitipation, que se celebró en Cancún (México). La autora principal destaca la participación de Elisabeth Alonso, entonces alumna de quinto de Ciencias Ambientales: "Que un alumno antes de acabar sus estudios ya participe en todo este proceso siempre es estimulante para la formación de nuevos investigadores".