El Control biológico de plagas: una alternativa natural a los pesticidas
AVPR/DICYT Los grandes pastizales o las explotaciones cerealistas extensivas suelen ser los lugares escogidos por determinadas colonias de insectos para asentarse, en otras ocasiones la aparición de enormes grupos de individuos se produce de forma cíclica y están considerados plagas endémicas. Este es el caso de la plaga de langostas que periódicamente aparece en el campo de Ledesma y que está perjudicando seriamente a los agricultores de la zona. Por el momento, tanto la Diputación Provincial como la Junta de Castilla y león han decidido utilizar pesticidas para combatirla. Sin embargo, según los expertos, existen otros métodos como el control biológico de plagas más respetuosos con el medioambiente.
El uso de pesticidas para combatir una plaga a menudo merma la población de otras especies, e incluso puede contaminar los alimentos que consumimos. Pero los agentes químicos tienen también otros problemas. Tal y como afirma a DICYT el profesor titular del Departamento de Biología Animal de la Universidad de Salamanca, el profesor Manuel Portillo, “los insectos se reproducen rápidamente, y cuando se hacen resistentes a los productos químicos transmiten esa resistencia a la siguiente generación a través de sus genes”.
Por este motivo en los últimos tiempos han dedicado muchos esfuerzos a la investigación de varios procedimientos de control biológico de las plagas. Los animales que proliferan de forma descontrolada en una zona no suelen ser oriundos de ese entorno, aunque encuentran en él condiciones ideales para vivir. Disfrutan de grandes extensiones de alimento como pueden ser los campos de cereal, y carecen de enemigos naturales.
Los métodos de control biológico identifican el enemigo más agresivo para la plaga. De esta forma se introduce en el ecosistema un animal, un hongo o una bacteria, oriundos del mismo lugar del que proceden los individuos que están causando daños en los cultivos. Este nuevo ejército se alimentará bien de los adultos, bien de sus larvas hasta que las poblaciones de ambas especies se equilibren. A medida que la plaga va siendo exterminada se va acabando el alimento del controlador biológico. La especie elegida para combatir una plaga debe terminar rápidamente con los invasores para que se considere eficaz.
Enemigos de laboratorio
Cuando los zoólogos no encuentran un enemigo natural que resista el clima o las condiciones del medio lo crían en cautividad. Este es el caso de los nematodos: pequeños gusanos redondos que se introducen en las larvas de los lepidópteros (mariposas) y las devoran desde dentro. En el laboratorio se crea un alimento específico para ellos con características similares a las de una larva de mariposa. Una vez que se han reproducido se separan los pequeños gusanos de este preparado que les sirve de alimento y se introducen en envases con agua, donde pueden resistir un tiempo relativamente largo. El agricultor los repartirá por su campo a través del sistema de riego.
Los controladores biológicos son eficaces con determinadas plagas, aunque su uso no está generalizado porque, como advierte el profesor Portillo, “a corto plazo son más caros que los pesticidas químicos. De todas formas habría que calcular los daños que evitamos a la larga.”. En la actualidad existen otros métodos de control biológico que impiden la reproducción de los animales al anular los efectos de las feromonas que desprenden las hembras para atraer a los machos. Otra variante actúa evitando las hormonas que hacen que algunos insectos, como las langostas, se agrupen y asolen los campos. En definitiva, las investigaciones ofrecen un amplio ramo de alternativas a los pesticidas químicos, ahora sólo queda determinar cuál seria el método más adecuado para los campos de Ledesma