Tecnología España , Valladolid, Lunes, 14 de junio de 2004 a las 17:46

El Laboratorio de Teledetección de Valladolid exporta tecnología a China

El proyecto europeo Dragon incorpora elementos para la localización de incendios forestales, entre otras utilidades

Beatriz G. Amandi/DICYT El Laboratorio de Teledetección de la Universidad de Valladolid (LATUV) ha iniciado un proyecto de colaboración con China para abordar aspectos relativos a los incendios forestales a través de un proyecto internacional auspiciado por la Agencia Espacial Europea (ESA), bajo el nombre de Dragon.

El proyecto incluye otros trabajos relacionados con los diferentes usos de los satélites como son aplicaciones atmosféricas, oceanográficas, sísmicas o sobre el cumplimiento del Protocolo de Kioto. El grupo español participa como especialista en estudios relacionados con los incendios forestales y lo hace de la mano del catedrático de Física Aplicada José Luis Casanova, y del profesor titular de Física Aplicada Abel Calle, ambos de la Universidad de Valladolid.

Según indicó a DICYT Abel Calle, hace unos días mantuvieron la primera de las reuniones en China, encaminadas a establecer las líneas de un trabajo cuyo objetivo final es “la adecuación de los algoritmos de interpretación de satélites que nosotros aplicamos en España a su territorio, de modo que puedan comprobar si les resultan útiles”.

En este sentido, indicó que el proyecto Dragon pone a disposición de los chinos a los más importantes científicos europeos, en cada uno de los diferentes campos de teledetección para intentar establecer colaboraciones con sus sistemas, ya que en el país oriental disponen de satélites propios, pero carecen de contacto con los sistemas europeos y americanos.

La aportación vallisoletana se centra en estudios de riesgo de incendios, en la detección de los mismos y su seguimiento, así como también en aspectos relacionados con la cartografía. Los parámetros que tratarán de adaptar, con la colaboración de los científicos chinos, están relacionados con la determinación de la temperatura del incendio, del área ocupada por la llama, la intensidad del fuego y los megavatios que puede llegar a producir, como un modo de conocer, en última instancia, el poder destructivo del incendio.


En China, los trabajos realizados con teledetección han estado centrados en las sequías, las inundaciones, la agricultura y el color de los océanos, ya que de este último parámetro se puede deducir el estado de la vegetación marina y, con ello, conocer las posibles especies y bancos de peces que se pueden encontrar.

Este tipo de estudios los han realizado con una serie de satélites propios que llevaban el nombre de Feng-yun, (viento-nube en chino). La Universidad de Valladolid posee uno de sus receptores, aunque según indica Abel Calle, “hasta ahora no podíamos interpretar bien los datos que nos llegaban, puesto que no disponíamos de toda la información necesaria para ello”, y añade que a partir de estas nuevas colaboraciones sí esperan contar con todos los instrumentos necesarios para poder hacerlo.

El LATUV también espera obtener otros beneficios de las colaboraciones con China, ya que gracias a ellas podrá tener acceso a algunas imágenes de satélites europeos de la ESA, a las que hasta ahora no podía acceder.

Diseñando un nuevo tipo de satélite


En la actualidad, el Latuv mantiene varios proyectos en colaboración con la ESA y con otros laboratorios europeos para el desarrollo de algoritmos (fórmulas con las que traducir las información recibida) aplicados a satélites europeos en fase de diseño. Estos estudios están destinados al mejor conocimiento del océano y de volcanes, y lo que se intenta es rentabilizar la inversión a través de desarrollos de algoritmos adecuados.

Abel Calle señala una línea de trabajo que tendrá una gran importancia en el futuro, y que tiene como objetivo el diseño de un prototipo de satélite, el BIRD, que podría servir para la construcción de una serie de satélites europeos destinados a la detección de incendios.

El funcionamiento de estos satélites pretende que actúen coordinados y en red para se consiga tener cubierta toda la Europa mediterránea con retrasos máximos de diez minutos, lo que supone tener datos casi inmediatos de la situación en que se encuentra el territorio. Hasta ahora, esto es imposible, ya que los satélites de observación de la Tierra están enfocados a objetivos relacionados con la agricultura y, para cumplir sus objetivos, estos satélites pasan por encima de nutesro planeta en las horas de mayor insolación, lo que hace que en un período corto de tiempo pasen muchos satélites y el resto del tiempo no pase ninguno, por lo que no es posible saber lo que ocurre durante ese tiempo en el que no pasan.

Así, la mayoría de los satélites con los que se trabaja actualmente en el LATUV realizan sus barridos de imágenes por la Europa mediterránea alrededor de las dos de la tarde y, entre un barrido y otro, pueden pasar horas en las que no se tienen datos de lo que ocurre.

Desde hace cuatro años, los estudios relacionados con los incendios han ido cobrando importancia y se ha detectado la necesidad de conseguir información de manera continuada, según indica Abel Calle. Sin embargo, el diseño de un satélite que esté dedicado únicamente a un fin, puede llevar hasta siete años de trabajo. Por ello, antes de que esta red entre en funcionamiento es necesario realizar muchas pruebas, entre ellas las que demuestran que la carga útil del satélite (es decir, los sensores) compensan el gasto que se debe realizar.

Los incendios del año pasado


La importancia de los estudios sobre incendios se evidenció el pasado mes de agosto, cuando un fuego devastador arrasó el 10% del territorio forestal portugués y consiguió también hacer estragos en algunas de las tierras limítrofes españolas, como el municipio de Valencia de Alcántara, en Extremadura, donde se llegaron a quemar 25.000 hectáreas.

El LATUV se ha encargado de realizar diferentes estudios tras los incendios para conocer el territorio exacto que ardió, así como también valorar algunos de los parámetros relacionados con la pérdida de masa forestal. Desde que esto ocurriera, la Administración ha estimulado los estudios relacionados con los incendios, entre ellos uno que se está llevando a cabo con el satélite BIRD.

Este experimento ha consistido en la realización de quemas controladas que el satélite debía detectar, sin conocer de antemano el lugar en que se producía. En total se realizaron en territorio gallego 12 quemas controladas, de las que el satélite fue capaz de detectar nueve, mientras que el resto no fueron detectadas al estar el cielo cubierto de nubes. El éxito del proyecto fue casi total, ya que algunas de las hogueras eran de tamaños muy pequeños.

Según indica Abel Calle, “lo que se pretende con este tipo de experiencias es tener más conocimientos y argumentos científicos para luchar contra los incendios”.

Estas pequeñas quemas han servido también para medir otros parámetros relacionados con las emisiones de gases que se producen en los incendios, como los megavatios producidos, con la idea de poder conocer lo que puede llegar a afectar un incendio en el cumplimiento del Protocolo de Kioto.

La observación desde el cielo


El Laboratorio de Teledetección dispone de varios dispositivos para recibir información desde el cielo. Son los correspondientes a los satélites americanos NOAA (Nacional Oceanografic and Atmosferic Administration), cuya antena receptora está en el tejado de la Facultad de Ciencias y se puede ver a simple vista como recibe información diaria alrededor de las dos de la tarde, ya que realiza movimientos para seguir el paso del satélite por la zona.

La otra antena está situada en el edificio de Investigación y Desarrollo que la universidad tiene en el Campus Miguel Delibes, y sirve para captar la información correspondiente a la serie de satélites Terra Modis y Aqyua Modis, también pertenecientes a la NASA.

Con los barridos realizados por estos satélites el LATUV obtiene información para realizar los mapas de riesgo de incendios de España, Portugal, Italia, Sur de Francia y Marruecos, países a los que el laboratorio vallisoletano proporciona información puntual. Actualmente, también mantienen una línea de trabajo con la Junta de Castilla y León para proporcionar la misma información, de manera diaria y durante el período de incendios, de toda la comunidad y de su perímetro fronterizo.

En breve, el Latuv dispondrá también de un receptor de Meteosat de segunda generación de la Agencia Europea del Espacio, que permitirá obtener otro tipo de información diferente, ya que son satélites geoestacionarios no orbitan como los otros, sino que giran al mismo ritmo que la Tierra, y los datos obtenidos son más continuados.

 

Líneas de trabajo del LATUV
El laboratorio vallisoletano trabaja sobre todo en tres grandes campos: El primero de ellos relacionado con la determinación del riesgo de incendio forestal, para lo que se mide el estado de la vegetación, las condiciones de velocidad del viento y la temperatura de la superficie. En todos los casos, las medidas se registran a través de los satélites y permiten conocer la velocidad de propagación de los incendios y realizar mapas de riesgo diarios.

La segunda línea de trabajo es la detección de focos activos y el seguimiento de un incendio. Los satélites detectan si se ha producido incendios por las bandas de temperatura (hot spot) y determinan la intensidad que tiene, es decir, los megavatios o potencia de energía que genera el incendio y que está directamente relacionados con el poder destructivo. Con estos datos, los ingenieros de montes pueden establecer conclusiones relativas a la ecología y los daños. Esta es la línea de trabajo donde más se está invirtiendo en la actualidad en todo el mundo, ya que la detección con los satélites actuales no es operativa para alertas tempranas, debido a que las imágenes se reciben de satélites que están en movimiento continuo, y sólo se tienen imágenes del momento en el que pasan. Los datos son operativos, únicamente, a nivel estadístico.

Finalmente, existe un tercer área de trabajos relacionada con la cartografía de áreas quemadas. Es un trabajo, a posteriori, que consiste en evaluar cuántas hectáreas se han quemado, y es una de las áreas más consolidadas del laboratorio.