Nutrition Spain , Internacional, Friday, February 03 of 2006, 17:59

Los españoles, entre los europeos que menos atención prestan al tipo de energía que consumen

Un estudio de la Comisión los sitúa entre los ciudadanos que muestran menor interés por el tipo de carburante de su coche o por el tipo de recurso que utiliza su nevera

José María Cruz/DICYT La Unión Europea importa actualmente la mitad de los recursos energéticos que utiliza, lo que la convierte en un territorio muy dependiente de otras regiones del planeta. Buena parte de esos recursos, como es el caso del petróleo o del gas, llegan en gran cantidad de regiones políticamente inestables como Oriente Medio o algunas de las repúblicas de la antigua Unión Soviética, lo que pone en peligro el suministro y, por lo tanto, la estabilidad de los precios. Prueba de ello ha sido la reciente crisis provocada por la restricción del bombeo de gas que llega a Europa o la actual escalada del coste del barril de petróleo.

Lejos de economizar esos recursos, los países de la Unión consumen cada vez más energía. Se espera que, al ritmo de crecimiento actual y si no se remedia, en 15 años los europeos utilicen un 10% más de los recursos que gastan hoy, y que, cada vez más, éstos serán adquiridos fuera de sus fronteras. En las próximas décadas, cada vez que llenemos el depósito del coche, apenas 5 ó 6 litros de la gasolina que compremos saldrán de alguno de los Estados miembros de la Unión Europea. Todo ello, además de incrementar la contaminación de sus ecosistemas, hará de Europa central y occidental regiones más dependientes y vulnerables en un escenario en el que la energía podría convertirse, como señaló el pasado mes de enero el Presidente del Parlamento Europeo, Josep Borrell, en un arma entre países.

Ante esta situación, la Comisión Europea ha realizado un estudio en el que recoge la opinión de los ciudadanos y sus actitudes ante el consumo de energía. Una mayoría de europeos considera que los gobiernos deben promover un uso más eficiente de los recursos energéticos, principalmente informando a los consumidores sobre cuáles son las mejores prácticas para el ahorro. En este sentido, una iniciativa interesante es la promovida por la Comisión Europea para investigar y sensibilizar a los ciudadanos, a través de campañas de información, sobre el derroche de electricidad que se produce cuando un aparato se deja en el "modo de espera" o stand by. Sólo evitando esta mala práctica podría reducirse la factura de la electricidad un 10%.

Otra posibilidad es adquirir productos que consuman menos energía, utilicen recursos renovables o estén compuestos de sustancias menos contaminantes. Según los datos de la Comisión, el europeo está sensibilizado con la necesidad de adquirirlos, principalmente cuando se trata de bienes que, como los automóviles o los electrodomésticos, consumen una considerable cantidad de energía, y no tanto cuando se trata de productos que requieren un gasto menor. Sin embargo, según el sondeo realizado por el Eurobarómetro, los españoles forman parte del grupo de ciudadanos que menos interés presta a esta cuestión, aún cuando la inmensa mayoría de los recursos energéticos que llegan a Europa se consumen en transporte y en el hogar.

Sólo en los edificios se consumen dos tercios del total de la energía. Por ello, desde comienzos de año la Unión Europea ha puesto en marcha una propuesta legislativa por la que se establece un modo común para calcular el rendimiento energético de los inmuebles, de modo que el ciudadano pueda conocer el consumo de energía real de su hogar, y que además establece unos estándares mínimos de eficiencia energética para los edificios que se construyan.

Por su parte, los vehículos consumen casi las tres cuartas partes del petróleo que se vende en Europa. Y si bien es verdad que los carburantes cada vez son más eficientes, también es cierto que el número de vehículos cada vez es mayor. Por ello la Comisión ha preguntado a los europeos si consideran aceptable grabar ciertas tasas que favorezcan el consumo de otros recursos energéticos más eficientes, lo que la mayoría de los ciudadanos ve como una posible solución a problemas como la dependencia energética o la contaminación. Sin embargo, la mayoría reconoce que no está dispuesto a pagar más a cambio de una energía renovable, especialmente entre los habitantes de las zonas rurales y en mayor medida los hombres que las mujeres. También hay diferencias por países. Por ejemplo, los españoles se encuentran por debajo de la media europea. Una subida de los carburantes tampoco tendría un efecto drástico en España. Por ejemplo, ante un aumento del precio de la gasolina diésel hasta los dos euros por litro, encontramos el doble de belgas que de españoles dispuestos a utilizar menos su coche.

En lugar de eso, los ciudadanos apuestan por que sus impuestos vayan destinados a la investigación sobre innovación tecnológica para la promoción de energías alternativas y por un mayor aprovechamiento de fuentes como la solar o la eólica, frente a otras como la nuclear, cuya aceptación en Europa es escasa y en España prácticamente nula. Sin embargo, y tal y como señala un informe del Parlamento Europeo redactado por el español Alejo Vidal-Quadras, tal deseo contrasta con la intención de los dirigentes de los Estados miembros de limitar la inversión en estas áreas para el periodo que abarca de 2007 a 2013. En este sentido, el Parlamento llamó recientemente a la Comisión a que propusiera medidas que favorecieran que en 2010 el 12% de la energía consumida en la Unión sea renovable, para lo que el Ejecutivo está preparando medidas que deberán tener en cuenta la opinión que recoge el sondeo.