Salud España Salamanca, Internacional, Martes, 22 de junio de 2004 a las 19:58

Razones y sinrazones para la clonación humana

Artículo de divulgación de Miguel Ángel Quintanilla. Catedrático de Lógica y Filosofía de la Ciencia. Instituto de Estudios de la Ciencia y la Tecnología. Universidad de Salamanca.

Miguel Ángel Quintanilla/DICYT La noticia de que unos científicos coreanos han logrado clonar con éxito embriones humanos que han sobrevivido hasta la fase de blastocito (cinco o seis días desde la fecundación) conmocionó hace un par de meses a la opinión pública. Científicamente el hecho es importante porque las células del blastocito son lo que comúnmente se conoce como células madre totipotentes, es decir células a partir de las cuales se puede generar en principio cualquiera de los doscientos tipos de tejido celular que tenemos en el cuerpo humano. Si estos tejidos los obtenemos a partir de un blastocito clónico de un ser humano (del paciente al que queremos trasplantar determinado tipo de tejido, por ejemplo) estaría garantizada la compatibilidad inmunológica y minimizada la posibilidad del rechazo. No es un asunto baladí. Hay muchas enfermedades que podrían curarse si se dispusiera de tejidos obtenidos a partir de células compatibles con las del propio cuerpo del paciente. La investigación con las células madre de blastocitos humanos es fundamental para avanzar en este campo.


¿Cuál es el problema? Sencillo: da la casualidad que las células madre que componen la parte más interesante del blastocito son también las que, si éste se implanta adecuadamente en un útero, se desarrollarán y darán lugar de hecho a dos centenares de tipos de tejido, pero organizados esta vez como un ser humano. Dicho de otra forma, las células madre del blastocito son también las células madre del feto humano. Y naturalmente éste es un campo en el que los principios morales, las creencias religiosas, los sentimientos y las emociones se mezclan para hacer difícil un juicio imparcial que se atenga tan solo a los datos científicos.


Podría clarificarse algo la cuestión si adoptamos la siguiente estrategia. En primer lugar hay que distinguir claramente dos tipos de clonación humana: la clonación de blastocitos para investigar posibles aplicaciones terapéuticas a partir de sus células madre, por una parte y, por otra, la llamada clonación reproductiva, cuyo objetivo no es otro que la implantación del embrión clónico en un útero hasta conseguir la gestación completa de un ser humano. En segundo lugar deberíamos asumir que en el debate de estas cuestiones conviene utilizar argumentos puramente racionales, de carácter científico y pragmático, que pueda asumir la mayoría de la gente, y abstenernos de acudir a argumentos emocionales o religiosos, de difícil justificación para quienes no comparan los mismos valores o creencias.


Pues bien, creo que hay argumentos para prohibir la clonación reproductiva humana que son puramente pragmáticos y que cualquier persona que acepte la validez del conocimiento científico actual podría asumir, independientemente de su ideología, creencias religiosas o sentimientos morales. Uno de estos argumentos es el siguiente: la clonación de seres humanos con fines reproductivos no es conveniente para la humanidad porque de su uso generalizado se seguirían perjuicios para la riqueza genética de la especie humana que, por lo que sabemos hasta ahora, no podrían compensarse con los beneficios que pudieran obtenerse en algunos casos. Se trata de una cuestión equivalente a tantas otras en las que el interés público general debe prevalecer sobre posibles intereses particulares. Así que debería ser fácil ponerse de acuerdo en que, mientras no varíe el nivel de conocimientos que tenemos en la actualidad sobre estos temas, no le conviene a la humanidad iniciar una senda de desarrollo biológico que conduciría muy probablemente al empobrecimiento de la especie humana.


Sinceramente creo que este argumento es independiente de ideologías y sentimientos; tiene un valor puramente científico y práctico. Y es compatible con cualquier religión o credo (salvo con algunas nuevas sectas, como la de los raelianos, que hacen de la clonación reproductiva humana una práctica de valor religioso).


Ahora bien, este argumento sirve para justificar la prohibición de la clonación reproductiva humana; sin embargo es irrelevante si de lo que se trata es de la clonación de blastocitos humanos para investigar sobre la utilización terapéutica de sus células madre. Pero, si no hay un argumento racional para impedir este tipo de investigaciones y de ellas se pueden derivar grandes beneficios para la humanidad, ¿por qué prohibirlas? Hay un principio de la argumentación racional en cuestiones morales que deberíamos incorporar también a este debate: si no hay razones para prohibir algo, el no permitirlo es una sinrazón.