Culture Spain , España, Tuesday, March 10 of 2015, 10:01

Teatro y divulgación científica

Artículo de opinión de Antonio de la Fuente Arjona, actor y autor de textos teatrales que acaba de publicar el título '¿Quién se comió mi planeta?' para divulgar la astronomía

DICYT Al terminar mi conferencia/juego en unas Jornadas de divulgación científica a las que tuve el gusto (y la sorpresa) de ser invitado para hablar de este proyecto pedagógico/teatral sobre cómo utilizar el teatro dentro del aula, en el debate posterior que surgió con el público, un espectador comentó:


-Las Matemáticas y la Ciencia no tienen porqué ser siempre divertidas.


-Tiene toda la razón -le dije-, pero... ¿habría algún problema en que lo fueran?


Conseguir, por fin, que el conocimiento se transmita de manera entretenida, lúdica, participativa. La Ciencia cercana y accesible.


Y precisamente gracias a escribir estos libros, he podido descubrir el gran movimiento de divulgación científica que existe en este país. Necesaria en las escuelas pero también fuera de ellas. Son muchos los profesionales (docentes e investigadores) preocupados y empeñados en esa labor, e incluso permeables a que alguien ajeno a su mundo (como es mi caso) pueda sugerir herramientas nuevas.


Reconozco que ni las matemáticas ni las ciencias fueron mi asignatura favorita en la escuela o el instituto. Y sin embargo, curiosamente (como a muchos otros compañeros y compañeras de clase), me encantaban las películas y los libros de ciencia-ficción con sus fantásticas teorías, descubrimientos e inventos singulares. Y conseguir resolver un problema matemático me producía el mismo íntimo placer que intuir/adivinar el sentido de un verso o una frase compleja de uno de mis autores preferidos: sentía que algo se abría en mi cerebro, literalmente, esa sensación casi física de expansión, de adentrarme en algún lugar profundo de mí mismo.


Escribir “LA REBELIÓN DE LOS NÚMEROS” para esta colección, fue una manera de reconciliarme con las matemáticas. La pandilla de niños y niñas protagonistas de esta historia (la autodenominada “Panda de los Últimos de la Clase”) penetran en el mundo de los números para intentar rescatar a su Profesor de Matemáticas, y según se van adentrando más y más en ese mundo en apariencia oscuro, casi subterráneo, sus conocimientos matemáticos (y sobre las matemáticas) se irán ampliando, comprendiendo al final de la aventura que sabían más de lo que creían saber (tanto ellos mismos como su profesor).


¡¡Así es!! Siempre me fascinó Sócrates y su “Mayeútica”: ese “dar a luz” al conocimiento, dirigido a “los que se creen ignorantes sin serlo”, y donde el maestro no “inculca” su sabiduría al alumno, sino que esta es “buscada” entre ambos. Al docente no le basta con “saber” lo que transmite, también debe saber “cómo” transmitirlo.
En mis charlas utilizo mucho la palabra “juego”, porque sospecho que el juego no está tan lejos del aprendizaje. ¡Imitemos a los niños y niñas!, digo a menudo. Juguemos como ellos: totalmente en serio, creyendo y viviendo el juego con todos nuestros sentidos. Y eso mismo se hace en teatro, cuando una actor interpreta un personaje. Curiosamente, en inglés “actuar” se traduce como “jugar” (“to play”).


El Teatro como una herramienta más que por igual facilite (enriqueciéndolo) el trabajo del profesor y oriente (con la práctica) el entendimiento de los alumnos. Otro material didáctico, complemento al libro de texto, las diapositivas o la visita al museo. Marionetas, sombras chinescas, pantomima, los mismos niños y niñas representando/vivenciando un hecho histórico, un problema matemático o un concepto gramatical: las posibilidades y usos son formidables.


Cuando empecé a urdir esta teoría, a explorar sus posibilidades reales, solo era una intuición, una fantasía, un “¿por-qué-no?”. Pero título a título, libro a libro, se afianza con unos cimientos y una solidez notable, superada y fortalecida por el trabajo de profesionales (docentes, directores de teatro, actores y otros investigadores) y por la respuesta de los niños y niñas (alumnos/as, lectores/as o espectadores/as).


La reacción ante la publicación de “La rebelión de los números” fue tan extraordinaria (con artículos y reseñas en la mayoría de las revistas especializadas), que me animó a dedicar el siguiente título, “¿QUIÉN SE COMIÓ MI PLANETA?”, a la asignatura escolar de Ciencia (denominada en España “Conocimiento del Medio”), centrando toda la trama en la Astronomía y en mostrar cómo transcurre un proceso de investigación con sus errores, ocurrencias y hallazgos fortuitos.


Algo o alguien está destruyendo los libros de la biblioteca de la escuela que tratan sobre estrellas y planetas. La “Panda de los Últimos de la Clase” recorre el colegio interrogando a las personas que tuvieron en sus manos esos libros dañados. Pero no todo es lo que parece y las apariencia engañan.


Mi homenaje particular a todas esas personas que pasan su vida tratando de resolver los enigmas del Universo, cuestionando incluso la realidad conocida/aprendida hasta ahora.


Teatro y divulgación científica. El Universo en un escenario.


En esta propuesta pedagógico/teatral no hay grandes secretos ni doctos consejos (tampoco son necesarios), estos cinco libros (“El ladrón de palabras”, “La Sombra Misteriosa”, “Mi amigo Fremd habla raro”, “La rebelión de los números” y “¿Quién se comió mi planeta?”) trufados de juegos, ideas y ejercicios, tan solo aventuran unas bases, sencillas pero sólidas, sobre las que cada cual podrá ir construyendo a su medida esta teoría o fantasía.


Así son estos libros que se emancipan de la teoría que los forma (y a la que dan forma) y aportan otras lecturas, otros usos dependiendo de quien se adentre en sus páginas: un niño, un profesor, un actor, un director…
Se abre así una doble vía, una doble puerta a una fantástica aventura circular: ¿iniciarse en el mundo teatral estudiando o estudiar mientras se hace teatro?


Cualquiera de los dos caminos nos llevará inevitablemente al siguiente.


¡Pasen y vean!