Alimentación España , Salamanca, Jueves, 07 de diciembre de 2006 a las 10:32

Un censo permitirá conocer la situación de los galápagos autóctonos de Castilla y León

Los trabajos se desarrollarán durante los cuatro próximos años y cuentan con el apoyo económico de la Consejería de Medio Ambiente

Ana Victoria Pérez/DICYT El equipo de investigación que coordina el profesor del Área de Zoología de la Universidad de Salamanca Miguel Lizana ha puesto en marcha este mismo año, con el apoyo de la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Castilla y León, un proyecto científico para determinar el estado y la distribución de las poblaciones de galápagos autóctonos en Castilla y León. Los trabajos, que ya han comenzado a desarrollarse en las provincias de Salamanca y Zamora, se prolongarán durante al menos cuatro años y entre las conclusiones iniciales destaca la preocupante situación por la que atraviesan las poblaciones de la zona más oriental de Salamanca y todo el Norte y Este de Zamora.

 

En Castilla y León hay dos especies autóctonas de galápagos o tortugas acuáticas: el galápago europeo (Emys orbicularis) y el leproso o común (Mauremys leprosa). El primero se encuentra desde la Península Ibérica hasta Asia menor, incluyendo zonas del Norte de África, mientras que el segundo habita prácticamente toda la Península, Norte de África y una pequeña porción del Sur de Francia. “Los muestreos realizados hasta la fecha han revelado que los pocos ejemplares encontrados en las demarcación oriental de la provincia de Salamanca y el Norte y Este de Zamora son adultos viejos”, señala Lizana.

 

“En el polo opuesto a éstas áreas se encuentran Las Arribes del Duero, así como las dehesas situadas al Sur y Oeste de ambas provincias, donde se han localizado un mayor número de galápagos”. Con los datos que se irán registrando a lo largo del estudio, durante el que también se analizarán algunas poblaciones para determinar su estructura, demografía y abundancia, anotando la distribución por edades, sexos y tasa de reproducción, entre otros parámetros, los investigadores obtendrán un diagnóstico de cuál es la situación real de las especies y podrán hacer una estimación de las cuencas que poseen mejores poblaciones. De esta forma, apunta el profesor Lizana, “tendremos una idea de la situación en Castilla y León, una de las comunidades españolas con menos datos publicados y muestreos realizados, lo que permitirá el diseño de un protocolo de trabajo que sirva para el diagnostico, evolución y seguimiento del estado de conservación en estudios futuros”.

 

Otro de los objetivos indirectos del estudio es la puesta en marcha de una red de zonas de especial interés para la conservación de los galápagos comparándolas con las zonas protegidas en la Red Natura 2000, a la vez que se facilitará a la administración una metodología de gestión y manejo de las poblaciones para su conservación futura.

Un amplio catálogo de peligros para las dos especies

A pesar de la amplia presencia del galápago europeo y el leproso común en toda España, la mayoría de sus poblaciones están en declive o seriamente amenazadas, siendo varios los factores que condicionan su regresión y posterior extinción. Según explica el profesor Lizana, “los más importantes son la destrucción, alteración y contaminación de los medios acuáticos y la captura ilegal para su destino como mascotas domésticas. También pueden ser víctimas de la pesca con caña o capturadas en redes cangrejeras, en las que suelen terminar ahogadas. Esto se debe al uso de redes cerradas, prohibidas por la legislación, ya que suponen un peligro para galápagos y para un gran número de vertebrados acuáticos”.

 

Por otro lado, la liberación de especies alóctonas o exóticas, especialmente el galápago americano o tortuga de Florida (Trachemys scripta elegans), se está convirtiendo en un grave problema para los autóctonos, que sufren la competencia directa de estas especies invasoras, lo que influye en su tasa de supervivencia. “A este respecto, pretendemos determinar la distribución actual de dichas poblaciones alóctonas y elaborar un plan para su control y recogida que contemple propuestas para la educación ambiental de los ciudadanos, dando a conocer el daño que hace en la naturaleza tanto la suelta de especies exóticas como la recogida de galápagos autóctonos”.

 

Según explica el equipo encargado del proyecto, del que forman parte los científicos Gonzalo Alarcos, María José Fernández-Benéitez, Jaime Madrigal, Manuel Ortiz, Pablo García y Manuel Flechoso, “los muestreos consisten en colocar nasas o redes adaptadas para la captura de galápagos y en realizar transectos (recorridos lineales) a pie y con prismáticos, aproximadamente de un kilómetro, a lo largo del arroyo o río. Su efectividad es distinta y depende de la época del año, la hora y las condiciones meteorológicas. Durante las primeras semanas tras la hibernación las especies están en un periodo postletargo y da comienzo su época reproductora. La captura con trampas es puntual y no demasiado eficaz, por lo que la realización de transectos es muy importante. Las primeras horas de sol, utilizadas para la termorregulación de los individuos, son muy apropiadas para su observación. Su actividad es crepuscular durante el verano, por lo que la colocación de las trampas da resultados excelentes”.