Alimentación España , Valladolid, Jueves, 03 de septiembre de 2009 a las 16:33

Así eran los lagos esteparios españoles hace 200 años

El Museo de la Ciencia de Valladolid inaugura una exposición permanente sobre los lagos esteparios españoles y mongoles, no afectados por el hombre

Cristina G. Pedraz/DICYT Mongolia, país asiático que cuenta con más de 3.000 lagos esteparios sin apenas intervención humana, es el “espejo” al que se miran los humedales españoles. Pese a la distancia que existe entre ambos países (cerca de 15.000 kilómetros), los lagos esteparios de ambos son muy parecidos, por lo que se pueden comparar y establecer cómo serían los humedales españoles si no se hubieran visto afectados por la mano del hombre. Ésta es la clave del nuevo espacio expositito permanente que hoy ha inaugurado el Museo de la Ciencia de Valladolid, asesorado por Miguel Alonso García-Amilivia, biólogo y director de Departamento de Limnología y Calidad de las aguas de la empresa multinacional URS.

 

Desde hace 30 años, éste doctor en biología de origen vallisoletano ha centrado su trabajo de investigación en el conocimiento y la catalogación de los lagos esteparios españoles. No obstante, hace tres se implicó en las masas de agua de estas características que pueblan Mongolia, un estado de escasa población, apenas 2’8 millones de habitantes, cuyo territorio triplica al de España, lo que ha permitido en gran parte que sus estepas y lagunas se mantengan en su forma original.

 

El recorrido por la muestra, titulada Islas de agua en tierras de sed, se inicia con la definición, el fundamento y las características principales de este tipo de lagos. Triops, un crustáceo de tres ojos característico de esta agua, según explica el experto, guía a los visitantes a través de la exposición, que está formada por imágenes, paneles, pantallas y juegos interactivos. Así, el público podrá conocer detalles sobre la aportación hídrica de los mismos, que puede ser superficial o subterránea; o la existencia de lagos salados, algunos de ellos incluso más que el mar, tal y como señala el biólogo.

 

En esta línea, un juego de ordenador sirve para dar a conocer los diferentes tipos de lagos esteparios, que se clasifican “por la temporalizad del agua, que sean más o menos salados y por la turbiedad, ya que en los lagos claros la luz atraviesa el agua y se crea vegetación y en los turbios u opacos la biología que se hace es heterótrofa”, es decir, aquellos que obtienen energía a partir de otros organismos.

 

Testigos de la aparición y la extinción de los dinosaurios

 

Una de las partes más destacadas de la muestra es el apartado dedicado a difundir la flora y fauna de los lagos esteparios. Tal y como ha subrayado García-Amilivia, las especies vivas “más antiguas” del planeta se pueden encontrar en este tipo de aguas. De este modo, se trata de auténticos “fósiles vivientes” como los diferentes tipos de crustáceos acuáticos que han evolucionado lentamente y sobreviven en condiciones extremas. Estos organismos aparecieron en el Devónico (hace entre 408 y 360 millones de años) y fueron testigos de la aparición y la extinción de los dinosaurios.

 

Al acto de inauguración de la muestra han acudido, entre otros, Inés Rodríguez Hidalgo, directora del Museo, y Francisco Javier León de la Riva, el alcalde de Valladolid; así como representantes de la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (Fecyt) y de Endesa, entidades que han financiado la creación del nuevo espacio expositito. El fin último de la exposición es preservar estas “joyas” de la biodiversidad y realizar una llamada de atención acerca de su situación, ya que en España al ocupar terrenos potencialmente cultivables o urbanizables han sido desecados o muy alterados, como es el caso de la Laguna de Duero en Valladolid o de Estany d’Ivars en Lleida.

 

Formación de un lago estepario
Los lagos esteparios surgen por la existencia de una depresión del terreno, que puede tener su origen en deformaciones de la corteza terrestre, y agua disponible para ocuparla. Según recoge la muestra, pueden iniciarse por disolución de rocas solubles en el agua, como el yeso (carstificación) y alcanzar su forma definitiva mediante la erosión producida por el oleaje y la originada por el viento (deflacción). Además, pueden asociarse al discurrir de los ríos que inundan las amplias llanuras aluviales formando tablas o tablazos.