Científicos de la Universidad de León analizan los posibles daños moleculares del ejercicio excéntrico
IGC/DICYT Bajar unas escaleras o descender lentamente unas pesas sin dejarlas caer son dos tipos de ejercicio excéntrico. Esta actividad física, que mejora la fuerza y masa musculares, se recomienda cada vez más a mayores y personas con enfermedades cardiovasculares o sometidas a transplantes. Sin embargo, su práctica sin entrenamiento puede generar radicales libres, moléculas que producen daño celular, oxidación e inflamación, una situación especialmente dañina en ancianos. Así, investigadores de la Universidad de León estudian los mecanismos moleculares del daño provocado por este tipo de ejercicio, estableciendo protocolos para su utilización más ventajosa.
El ejercicio excéntrico se caracteriza porque el músculo se alarga. Produce mejoras en el funcionamiento muscular, aumenta la fuerza y la masa del músculo. En los últimos años se ha puesto de manifiesto que este tipo de ejercicio puede ser beneficioso para personas con cardiopatías o ancianos, que van perdiendo fuerza con la edad. Sin embargo, “cuando se hace este tipo de ejercicios sin estar entrenado puede provocar daños musculares”, comenta a DICYT Javier González Gallego, director del Instituto de Biomedicina de la institución y responsable del estudio.
Estos daños musculares se acompañan de inflamación y de pequeñas lesiones en el músculo. “También aumentan los radicales libres, fenómeno que está muy asociado a la inflamación”, explica González Gallego. Los radicales libres son unas moléculas que se forman en el organismo, principalmente por la propia respiración. Pueden dañar las membranas de las células e incluso los ácidos nucléicos. Pero también pueden afectar la célula de otra manera: activando los factores de transcripción, que pueden cambiar la expresión de genes.
Cambio en la expresión de genes
“Esto puede provocar que se expresen más genes que producen moléculas de inflamación”, manifiesta el investigador, agravando el fenómeno inflamatorio. Así, “cuando se realiza por primera vez un ejercicio excéntrico sin entrenamiento el músculo se lesiona, libera citoquinas y radicales libres que no sólo se localizan en el músculo, sino que pueden pasar también a la sangre y extender el problema”. Según González Gallego, “éste podría ser un efecto negativo del ejercicio excéntrico”, algo a lo que las personas mayores son más vulnerables. En los jóvenes existe un equilibrio entre antioxidantes (propios o ingeridos) y radicales libres. Sin embargo, en el anciano esta balanza se desequilibra.
El estudio consiste en analizar cómo influye el ejercicio excéntrico en la producción de radicales libres y en la expresión de genes provocada por estos, así como en comprobar si el entrenamiento puede evitar este proceso. En colaboración con José Antonio de Paz, especialista en Medicina del deporte, se analizan diversos protocolos de realización de ejercicio excéntricos y no excéntricos en jóvenes y mayores voluntarios, seleccionados y sometidos a control médico.
Mecanismos deteriorados
Mediante análisis de sangre o biopsias del músculo en el momento del ejercicio y en intervalos posteriores, y utilizando técnicas genómicas, se determina cuánto ARN se produce, cuánta proteína se produce y cómo funciona. Los daños que se observan en jóvenes y mayores son distintos, porque “los mecanismos fisiológicos de los mayores están deteriorados”, explica González Gallego. Pero, según el investigador, la respuesta al ejercicio es la misma y la mejora que consigue el entrenamiento similar, siempre teniendo en cuenta las características propias de cada individuo.