Los trastornos sexuales en caracoles son una evidencia de contaminación
UNL/DICYT Desde Buenos Aires hasta Tierra del Fuego, las costas marinas argentinas se encuentran afectadas por concentraciones de un compuesto de estaño y carbono utilizado en las pinturas de las embarcaciones para evitar que se peguen organismos en los cascos. Esa es la conclusión a la que arribó un trabajo de investigación presentado en el III Congreso Argentino de la Sociedad de Toxicología y Química Ambiental, organizado por la Universidad Nacional del Litoral (UNL). Los especialistas del Centro Nacional Patagónico (Cenpat-Conicet) pudieron demostrarlo a través de una evidencia: un fenómeno llamado imposex o la masculinización de caracoles hembras que habitan el mar.
En Argentina, el fenómeno del “sexo impuesto” fue descubierto accidentalmente en 2001 por un investigador que estudiaba los hábitos reproductivos de algunas especies de gasterópodos, como caracoles. “Había demasiados caracoles machos en sus muestras, entonces notó que en realidad eran hembras que estaban siendo masculinizadas por el TBT (sigla de tributilestaño) presente en un área de Mar del Plata”, recordó la bióloga Mónica Primost, quién expuso los resultados del trabajo.
“En nuestra investigación usamos los caracoles como bioindicadores de la contaminación. Determinamos si había imposex y en qué grado, pero además medimos la presencia de TBT en el sedimento, que es el lugar donde viven los caracoles”, manifestó.
Hembras masculinizadas
Para comprobar cómo estaba incidiendo en la fauna marina el TBT, el grupo recolectó caracoles afectados por imposex a lo largo de 4.700 kilómetros de costa mediante buceo, rastra y trampas con carnada. Simultáneamente, recogieron muestras del sedimento para su posterior análisis químico. Hallaron 1.669 individuos de las familias Volutidae, Muricidae, Nassariidae, Crepidulidae y Buccinidae, todos pertenecientes al grupo Caenogastropoda.
Estos caracoles son de los más evolucionados, contó Primost, ya que se diferencian en machos y hembras, a diferencia de especies terrestres que son hermafroditas. Son un grupo muy diverso que se encuentra en muchas playas a lo largo de toda la costa, a diferentes profundidades y en aguas con distintas salinidades.
En un lugar no contaminado con TBT las hembras de caracoles se encuentran con sus correspondientes órganos sexuales femeninos y los machos, con sus partes masculinas. “Sin embargo, cuando vamos a un lugar afectado con el químico, encontramos ejemplares que a simple vista parecen hembras, pero al analizarlas vemos que tienen ya sea un pene o un vaso deferente (característico de los machos) que no deberían estar allí en condiciones naturales”, argumentó la investigadora del Cenpat.
Más TBT, más imposex
“Vimos que todos los puertos tenían TBT en sus sedimentos, si bien no todos lo tenían en grandes cantidades. A la vez, todos los caracoles que encontramos en esos sitios presentaban imposex, hecho que nos da un pantallazo de la situación. Pero también encontramos que en lugares donde nunca pasó un barco, donde no había TBT en el sedimento, los caracoles eran normales”, aseveró Primost.
Asimismo, los resultados de los análisis de los sedimentos fueron contundentes: “La mayor concentración de TBT se registró en Puerto Deseado (Santa Cruz). Le siguieron el Muelle Afasyn (Tierra del Fuego), San Antonio Oeste (Río Negro), Punta Quilla (Santa Cruz), Caleta Sara (Chubut), Caleta Córdova (Chubut) y el Parque Piedras, en Puerto Madryn (Chubut)”, detalló.
Incógnitas
Primost destacó que luego del trabajo quedaron muchas preguntas pendientes. Una es saber exactamente cuánto contaminante había en los tejidos de los caracoles. Además, si existe alguna posibilidad de detoxificación. “Para saberlo, el siguiente paso será poner los caracoles contaminados dentro de jaulas en lugares limpios. Queremos saber cuánto tiempo tardan en descontaminarse, si es que eso pasa. La idea es saber qué sucederá con todo el daño que hay hasta el momento”, continuó.
Al mismo tiempo, con la investigación pretenden reunir fundamentos para que se hagan cumplir rigurosamente las normativas y que en cada puerto haya un sistema de control estricto. Por otra parte, desean saber cuál es la abundancia del recurso, ya que muchos de esos caracoles son comestibles y tienen un gran valor comercial en países como Chile, por ejemplo. “El fin es tener esos datos alternativos para que puedan ser aprovechados cuando la abundancia de ciertos recursos se vea disminuida o para favorecer la recuperación de otras poblaciones. El gran problema es que nadie comprará caracoles con estas características. No tendrán valor comercial. Nosotros en particular estudiamos los caracoles, pero no sabemos si el TBT también afecta a otras especies comestibles que viven en los mismos lugares”, culminó Primost.