Alimentación España , Salamanca, Lunes, 02 de enero de 2006 a las 17:48

Salamanca y Zamora, últimos reductos del águila perdicera en Castilla y León

La Junta de Castilla y León aprobará definitivamente este año el Plan de Conservación de este ave en la comunidad

Ana Victoria Pérez/DICYT El paraje de las Arribes del Duero, a medio camino entre las provincias de Salamanca y Zamora, junto a la frontera portuguesa, se ha convertido en uno de los reductos clave para la conservación del águila perdicera en el noroeste peninsular. La precaria situación en la que se encuentra esta especie, de la que se han perdido el 50% de los ejemplares en los últimos cinco años, motivó que la Sociedad Española de Ornitología la nombrase ave del año el pasado 2005. 

Dicho descenso en el número de ejemplares ha sido contrastado por los técnicos de la Consejería de Medio Ambiente de la administración regional, y ha servido como revulsivo para impulsar la puesta en marcha del plan de conservación del águila perdicera en todo el territorio castellanoleonés. A día de hoy, el documento se encuentra en periodo de exposición pública por lo que la Junta espera poder aprobarlo definitivamente durante los primeros meses de este año. La comunidad se unirá entonces a otras regiones como Extremadura, La Rioja o Navarra donde ya existe una normativa específica que garantiza la conservación este ave.

Castilla y León contaba en 2002 con una población de águila perdicera de entre 18 y 26 parejas, la mayor parte de las cuales habitan en la Reserva Natural de Las Arribes del Duero, aunque algunas zonas de las provincias de León y Burgos también mantienen pequeños núcleos de población. Aún así las cifras están muy distantes de las registradas en 1992 cuando, según datos de la Sociedad Española de Ornitología (SEO), en la región podían contarse entre 40 y 44 parejas de estas aves, lo que supone una reducción en las poblaciones de más del 50%. Entre las provincias más afectadas se encuentran Segovia y Soria, donde en la década de los 70 existían poblaciones boyantes águila perdicera que en la actualidad se han extinguido casi por completo.

Iniciativas pioneras

A pesar de que hasta la fecha no se ha elaborado una legislación específica que garantice su conservación, diversos colectivos han venido impulsando en los últimos años medidas para preservar el hábitat y mejorar el acceso de estas rapaces a los recursos cinegéticos que constituyen su principal fuente de alimento. Un buen ejemplo de este tipo de iniciativas es el ofrecido por tres universidades europeas, entre las que se encuentran la Universidad de León, la Universidad Federico II de Nápoles (Italia), y la de Vila Real e Alto Douro (Portugal), en colaboración con los responsables españoles y portugueses de la Reserva Natural Arribes del Duero y la empresa Europarques. De esta forma todas las instituciones implicadas iniciaron en 2002 un plan de reintroducción del conejo de monte en algunos puntos de la reserva natural, garantizando una de las principales fuentes de alimento de esta especie.

Precisamente la merma de los recursos alimenticios, principalmente de la perdiz y el conejo de monte, como consecuencia de la sobreexplotación en los cotos de caza menor, así como la reforestación de algunas zonas tradicionalmente agrícolas, han hecho que los campos de la comunidad dejen de ser un lugar acogedor para estas aves.

 

La mayor población de toda Europa
A pesar de la reducción que ha experimentado la población de águila perdicera en España durante los últimos años, el territorio nacional alberga un 75% del conjuntod ela probláción europea, lo que supone entre 733 y 800 parejas. Por comunidades autónomas el águila perdicera se asienta especialmente en Andalucía, Extremadura, Valencia y Castilla la Mancha, mientras que abandona paulatinamente la Meseta Norte. Según explica Joan Real, técnico de la Sociedad Española de Ornitología, "las causas del deterioro que han sufrido las poblaciones tienen su origen en la desaparición de recursos cinegéticos como el conejo o la perdiz, que forman parte esencial de su dieta. La falta de alimento repercute en una tasa reproductiva menor, lo que unido a las trampas con veneno, a los casos de electrocución en torretas de alta tensión y a una pérdida paulatina del hábitat hace que cada vez sea más difícil ver volar a estos animales". En la actualidad la especie está oficialmente considerada en peligro y forma parte del libro rojo de las aves que edita la Sociedad Española de Ornitología.