Alimentación España León, León, Miércoles, 12 de septiembre de 2007 a las 18:36

Científicos leoneses cifran en un 1% la pérdida de cosechas provocada por la plaga de topillos en el sur de la provincia

Esta conclusión forma parte de un estudio sobre la incidencia de la intensificación agrícola en la biodiversidad

IGC/DICYT Los daños en las cosechas provocados por la plaga de topillos en la zona sur de la provincia de León se cifran en un 1 por cierto de la producción, por debajo de las cifras oficiales que se están barajando. Éste es uno de los datos que se extrae de una investigación coordinada por científicos de la Universidad de León (ULE), y que analiza el impacto que la intensificación agrícola tiene sobre la biodiversidad. Según los expertos, la transformación del terreno tradicional en grandes áreas de regadío, junto con otros factores climáticos, favorece la superpoblación de este pequeño mamífero.

 

Los investigadores estudian cómo los cultivos de secano y regadío influyen en diversas especies animales, desde los insectos hasta las aves ,pasando por pequeños mamíferos como es el caso del topillo campesino. En cuanto a esta especie, los científicos analizan los fenómenos que inciden en sus ciclos de población, “y por qué ocurre el cambio del habitat natural del topillo, que son los prados húmedos y la alfalfa, hacia la siembra de cereal”, explica a DICY Francisco Purroy, investigador principal del proyecto. Así, los científicos analizan si la proliferación de la especie es mayor en áreas de parcelas grandes que en zonas donde las parcelas son más pequeñas y se mantienen todavía restos de bosque, donde habitan los depredadores naturales del topillo (rapaces y comadrejas).

 

“Al ser vegetarianos, los topillos se encuentran con áreas (las zonas de regadío) que les ofrecen mucha comida y en las que carecen de sus depredadores naturales al no tener zonas boscosas”, continúa Purroy. “La uniformidad del terreno agrícola en grandes parcelas sin linderos es propicia para el desarrollo de estos animales que, al ser muy prolíficos, puede alcanzar un gran número”, puntualiza. Los investigadores han tasado este verano el daño agrícola que la plaga de topillos ha tenido en el cereal y la alfalfa de secano del sur de la provincia, en las zonas de Tierra de Campos y Sahagún: “El daño ha sido inferior al uno por ciento de la producción", concluye Purroy.

 

Ciclos

 

La transformación del terreno por el regadío no es el único factor a tener en cuenta en la superpoblación de topillos. Los investigadores también apuntan hacia la coincidencia de factores climatológicos (un invierno no muy riguroso y una primavera lluviosa) para explicar el fenómeno, algo que es cíclico ("los ciclos de superpoblación van de 3 a 5 años", apunta Purroy) y que se ha visto en otros lugares como en el oeste de Francia, "precisamente asociado a la transformación del terreno en monocultivos". Según el investigador, estos ciclos de superpoblación se colapsan por sí mismos, ya que "los topillos dejan de reproducirse como consecuencia de su agresividad a altas densidades de población. Incluso es común que haya ejemplares que tengan comportamientos homosexuales y no se reproduzcan”.

 

Así, medidas como la aplicación de veneno para controlar la plaga "no sirven porque se producen muchas veces cuando la población ya está en declive y el veneno es ingerido por ejemplares no reproductivos. Por no hablar de los efectos en cadena que tienen, como la muerte de aves”, resume Purroy.

 

Estudio conjunto

 

El estudio está financiado por el Plan Nacional de I+D+i del Ministerio de Educación y Ciencia y se desarrolla junto con las Universidades de Segovia (SEK), Zaragoza y Helsinki. Se está aplicando al sur de la provincia de León, en las zonas de Tierra de Campos y la comarca de Sahagún, un lugar donde se está produciendo la transformación del secano en regadío gracias al agua del embalse de Riaño. Aquí, los investigadores comparan la biodiversidad de una zona de regadío con las de otras dos zonas de secano, una protegida perteneciente al área de Los Oteros (Matallana de Valmadrigal), y otra sin protección.  

 

Además del topillo campesino, en estas áreas los científicos estudian la flora ruderal (lo que comúnmente se denominan “malas hierbas”), un indicador del uso de herbicidas; los insectos del suelo (saltamontes, un tipo de escarabajo denominado carábido y mariposas); aves reproductoras invernantes (avutarda, calandria, aguilucho cenizo, perdiz roja, triguero,…); y otros mamíferos como la liebre.

 

Más aves, pero menos 'originales'
Otra de las conclusiones a las que ha llegado el grupo de investigadores coordinado por la Universidad de León es que en las zonas de regadío hay una mayor abundancia de aves, pero predominan especies relacionadas con el hombre (palomas domésticas, estorninos negros y gorriones). "Las especies más valoradas de áreas abiertas, como el caso de la avutarda, el sisón, el alcaraván o la perdiz, sufren un declive total en las zonas de regadío”, comenta Francisco Purroy. Esto se debe, según el científico de la ULE, a que “necesitan un terreno en barbecho y no aceptan la intensificación agrícola asociada al regadío, particularmente cultivos como el maizal o la remolacha”. "El regadío supone una antropización de la comunidad, que es más abundante pero a la vez, banal”, resume.