Alimentación España , Salamanca, Mi茅rcoles, 18 de marzo de 2015 a las 14:16

Investigadores de la USAL consiguen trufa negra de forma natural en Salamanca

Tras 10 a帽os de cultivo sin tratamientos especiales, cient铆ficos de la Universidad de Salamanca logran por primera vez una cosecha del valioso hongo

JPA/DICYT Investigadores de la Universidad de Salamanca han conseguido los primeros frutos de trufa negra (Tuber melanosporum Vittad) de la provincia de Salamanca de forma natural a pesar de que las condiciones de los suelos del oeste de la península ibérica no son adecuadas para la producción de este hongo de alto valor económico. Los científicos comprobaron a través de un estudio genético que en la provincia no existe de forma silvestre e iniciaron una pequeña plantación de encinas micorrizadas con trufa negra, ya que el hongo crece en asociación con estos árboles, y años después han obtenido el prometedor resultado.

 

La trufa negra no está presente en el oeste peninsular porque sus suelos son ácidos, es decir, que tienen un pH por debajo de 7. Sin embargo, los investigadores del Grupo de Palinología y Conservación Vegetal de la Universidad de Salamanca comprobaron que en una parcela de regadío de la localidad salmantina de Aldearrubia había un pH de 7.7 y, a pesar de no tener las condiciones ideales, probaron a cultivar nueve encinas micorrizadas con el hongo hace 10 años. Después de trasladar tres de ellas, el pasado 24 de enero de 2015 se localizaron las primeras trufas en dos de los árboles restantes y 10 días más tarde en otros dos, con un peso total de un kilo.

 

“La trufa es el fruto de un hongo que crece asociado a las encinas, igual que las setas Boletus, pero en este caso no está visible en superficie, sino bajo tierra”, explica en declaraciones recogidas por DiCYT José Sánchez Sánchez, director del grupo de investigación y del Instituto de Hispanoluso de Investigaciones Agrarias (CIALE) de la Universidad de Salamanca. Por eso, para localizar los frutos necesitaron la ayuda de un perro llamado Tango, que ha tenido que ser entrenado expresamente para encontrar este hongo, con un olor muy característico.

 

Las trufas encontradas son de distintos tamaños, pero dos de ellas superaron los 154 gramos. Si se extrapolase la cosecha obtenida en estos cuatro árboles a una hectárea, se llegaría a una cantidad cercana a los 40 kilos, cantidad que los científicos consideran bastante alta, a lo que habría que añadir que la calidad de organoléptica de los frutos es óptima.

 

Seguimiento durante una década

 

A lo largo de los años, el trabajo de los investigadores se ha limitado a comprobar que el hongo seguía presente en las encinas y a realizar un mantenimiento adecuado de los árboles. Es decir, “no se ha realizado un tratamiento especial del suelo con enmiendas calizas”, destaca José Sánchez, que favorecerían las condiciones para el crecimiento de la trufa, pero supondrían un encarecimiento del cultivo.

 

En la provincia de Salamanca, el Instituto de Recursos Naturales y Agrobiología (IRNASA, centro del CSIC) ha iniciado una experiencia similar en la finca de Castro Enríquez de la Diputación de Salamanca, probando el cultivo de la trufa en asociación con las encinas, pero en este caso sí se han llevado a cabo tratamientos del suelo para elevar su pH. En cambio, el objetivo del CIALE es conseguir el producto manteniendo las condiciones naturales del suelo, una experiencia singular en el oeste de la península ibérica.


Los análisis de ADN efectuados en encinares de la provincia han permitido comprobar que la trufa negra no existe de forma silvestre, pero esta investigación demuestra que se puede cultivar con buenos resultados y de forma natural, lo cual puede abrir nuevas vías de negocio para el campo salmantino, aunque los científicos advierten que los resultados tardan en llegar entre 8 y 10 años.


El vicerrector de Investigación y Transferencia de la Universidad de Salamanca, Juan Manuel Corchado, ha destacado la importancia de este avance, porque considera que el cultivo se podría “industrializar” si se comprueba que es económicamente viable, para lo cual “haremos un esfuerzo en un segundo proyecto de investigación”.