Alimentación España , Castilla y León, Miércoles, 03 de febrero de 2010 a las 18:01

La Confederación Hidrográfica del Duero pondrá en marcha 14 depuradoras experimentales

Se probarán diferentes tratamientos de depuración como pozos clasificadores, zanjas filtrantes, humedales artificiales o filtros biológicos

CGP/DICYT La Confederación Hidrográfica del Duero (CHD) pondrá en marcha 14 depuradoras experimentales en municipios de menos de 2.000 habitantes de la región, una iniciativa que supondrá una inversión de 4’2 millones de euros. El objetivo es probar diferentes tratamientos de depuración, como humedales artificiales, pozos clasificadores o filtros biológicos, y obtener una serie de conclusiones en función de los resultados. Estos sistemas están ideados en función de las características específicas de las pequeñas poblaciones, como el notable aumento de la cantidad de aguas residuales en verano o la variabilidad horaria.

 

Entre los tratamientos que se ensayarán se encuentra la fosa filtro, adecuado para poblaciones de hasta 500 habitantes. Se trata de una gestión primaria de aguas residuales mediante procesos físicos como la sedimentación y la flotación que consta de dos compartimentos, en el que se produce la sedimentación y el que separa los fangos. Otro son los pozos clasificatorios, también previstos para poblaciones de hasta 500 habitantes en el que las aguas se tratan mediante sedimentación y fermentación. El pozo consta de dos cámaras, una superior en la que se separan del agua residual las materias decantables y la cámara de digestión en la que se produce la fermentación del fango.

 

Asimismo, se estudiarán la efectividad de los humedales artificiales (válidos para municipios de hasta 2.000 habitantes), un sistema de depuración formado por lagunas poco profundas en el que la depuración se consigue por la acción de los microorganismos, los macrófitos y el propio sustrato; los filtros biológicos (para poblaciones de 200 a 1.000 habitantes), sistema de depuración consistente en un depósito relleno de material filtrante al cual se adhieren los microorganismos responsables de depuración, o los biodiscos (para poblaciones mayores a 1.000 habitantes), tratamiento en el que son unos microorganismos adheridos a la superficie de discos los que se encargan de la depuración.

 

La CHD también probará el sistema de filtros de turba, para poblaciones de entre 100 a 5.000 habitantes. Está formado por una serie de camas o lechos de turba que se asientan sobre una serie de capas de grava. La depuración se consigue con la acción de dos procesos combinados, la filtración de la materia en suspensión y la degradación de la materia orgánica y los nutrientes. Por otra parte, se ensayarán las zanjas filtrantes, para lo que es necesario cumplir dos requisitos: que exista un sistema de depuración natural y que no haya ningún punto de vertido concreto, como puede ser e cauce de un río o un arroyo. Su funcionamiento se basa en el reparto uniforme del agua sobre el terreno a través de un filtro de grava y arena.

 

Fangos activos

 

Por otra parte, se pondrá en marcha un sistema de fangos activos (adecuado para poblaciones mayores a 1.000 habitantes), un cultivo bacteriano en suspensión que se desarrolla en forma de lodos activados en el interior de un tanque agitado y aireado, al cual llega el agua residual. En el reactor se produce la degradación de los contaminantes del agua residual gracias a la acción de los microorganismos. Finalmente, se instalará un sistema de lagunaje, lagunas artificiales que tratan de imitar los procesos de depuración que se producen en la naturaleza. Se construyen varias lagunas en serie o en paralelo, con diferentes profundidades, en las que queda almacenada el agua durante un periodo de tiempo determinado. Dependiendo de sus características, cada laguna elimina del agua diferentes compuestos hasta conseguir su depuración.

 

Poblaciones pequeñas
Los nueve sistemas de depuración están preparados para atender las necesidades específicas de las poblaciones de menos de 2.000 habitantes equivalentes. Se trata de poblaciones en las que la cantidad de aguas residuales que hay que tratar en verano dobla y a veces triplica a la de invierno, en las que existe gran variabilidad horaria tanto en el caudal como en la carga, frente a caudales y cargas contaminantes mucho más estables de las poblaciones más grandes y en las que las redes de saneamiento unitarias provocan que sea más frecuente las infiltraciones de aguas no residuales.