Salud España , Valladolid, Miércoles, 15 de julio de 2009 a las 11:55

“La investigación reporta conocimiento constante y espíritu crítico”

Eduardo Arranz, presidente de la Sociedad Española de Enfermedad Celiaca, investigador del IBGM y profesor de Medicina

CGP/OEI-AECID/DICYT Hace tan sólo unas semanas, un equipo de investigación del que es miembro Eduardo Arranz, profesor de Medicina, investigador del Instituto de Biología y Genética Molecular (IBGM) de Valladolid y presidente de la Sociedad Española de Enfermedad Celiaca (SECC), daba a conocer un importante hallazgo: la flora bacteriana intestinal de los celiacos es diferente a la del resto de individuos. Este descubrimiento permite seguir estudiando en torno a la idea de que la flora tiene entre sus funciones controlar los procesos de inflamación que suceden en el intestino. Eduardo Arranz asegura que ya prepara un segundo artículo científico en este sentido y destaca que su labor investigadora le reporta, ante todo, conocimiento constante y espíritu crítico.


Combina docencia, investigación y la presidencia de la Sociedad Española de Enfermedad Celiaca, ¿en qué reside la clave de su éxito profesional?
A veces en echarle muchas horas, aunque reconozco que no es un castigo emplear tiempo los fines de semana para determinadas actividades profesionales. Hay que organizarse bien, algo que cuesta a veces, si uno da clases por las mañanas utilizar las tardes u otros momentos, y sobre todo tiene que gustarte lo que haces, si te gusta no tienes problema de buscar tiempo. Pero a veces no es fácil, sobre todo cuando tienes que acomodar la vida familiar o hacer otras cosas.

 

¿Por qué decidió centrarse en enfermedad celiaca?
Fue un poco casual, cuando yo estaba empezando a hacer la tesis conocí al profesor Blanco Quirós, que ha sido mi mentor durante mucho tiempo. La enfermedad celiaca fue el tema de su tesis y cuando empecé a trabajar en el laboratorio donde estaba me terminó interesando este tema. Aunque desde un primer momento me gustó la inmunología de las mucosas, y la enfermedad celiaca era un modelo perfecto para estudiar esto, cómo era posible que el sistema inmune fuera capaz de distinguir entre lo que es un alimento, beneficioso para el organismo, y lo que es una bacteria que puede causar un problema. Es algo que me sigue fascinando y el motivo de que siga estudiando este tipo de cosas. En la celiaca los individuos que comían algo que aparentemente para el resto de nosotros era beneficioso reaccionaban como si esos componentes de los cereales fueran bacterias o virus.

 

¿En qué momento decidió dedicarse a la investigación?
Siempre quise ser médico, pero mi interés era otro completamente. Yo quería hacer psiquiatría pero abandoné la idea de en quinto de carrera y como no me seducía mucho la clínica pensé que un laboratorio era el mejor sitio donde podía estar. En ese curso entré en un laboratorio de investigación y a partir de ese momento las cosas cambiaron, cuando terminé y decidí que tenía que hacer la tesis en mi cabeza también surgía una cosa clara, y es que tenía que irme fuera de España. Para mi estas dos cosas, querer hacer investigación y salir de España, eran las ideas motrices. Después, hasta que conseguí una primera beca, trabajé de médico en un pueblo y en urgencias, donde trabajaba un día a la semana de cinco de la tarde a nueve de la mañana. Esto me permitía estar libre cinco, ganarme la vida y seguir trabajando en investigación. En el pueblo trabajaba por la mañana y el resto del tiempo trataba de pasarlo en el laboratorio. Luego conseguí la primera beca de iniciación a la investigación.

 

¿Cómo ha evolucionado la enfermedad celiaca en este tiempo tanto a nivel científico como social?
A nivel científico ha evolucionado muchísimo, porque es la enfermedad crónica que mejor se conoce. Se sabe muy bien la base genética y la patógena, cómo actúan los componentes “tóxicos” del gluten, cómo lo hacen sobre el intestino, qué tipo de procesos desencadenan hasta llegar a la inflamación del intestino… Desde el punto de vista social, las asociaciones de celiacos han sido francamente muy importantes, creo que el que ahora se conozca cuál es la enfermedad y que todos los alimentos tengan una etiqueta sobre el gluten se debe a que ellas han trabajado muy fuerte. Otro factor es que los estudios epidemiológicos en los últimos años hablan de que es una patología con una prevalencia estimada del uno por ciento de la población, hay mucha gente en relación con otras enfermedades que puede verse afectada cuyo principal tratamiento es el gluten, y hay que cuidarlo mucho. También se ha avanzado en técnicas de laboratorio para el diagnóstico y el seguimiento de los pacientes, lo que ha facilitado que aumente el número de casos diagnosticados.

 

¿En qué líneas se trabaja en la actualidad en materia de celiaquía?
En la enfermedad celiaca hay una línea que está abierta, definir claramente cuáles son los factores genéticos de riesgo. Se conoce un factor muy importante desde hace unos años, los genes HLA, pero hay muchos otros que son compartidos con otras enfermedades,. Hay enfermedades asociadas a la celiaca, como la diabetes, con las que se comparten genes de predisposición. Además se está estudiando cómo diagnosticar adecuadamente los casos. La celiaca era antes una enfermedad pediátrica y ahora casi uno de cada dos casos es adulto con manifestaciones diferentes, entonces hay que ajustar toda la idea que se tiene de cómo se manifiesta la enfermedad. También hay una línea de estudio patógena, cómo el sistema inmune del intestino es capaz de desarrollar una inflamación crónica con una repercusión clínica importante, lo que llamamos el síndrome de mal absorción. Después posibles terapias, aunque haya un tratamiento tan claro y seguro como es la dieta sin gluten, por qué buscar otros tratamientos. Lo que nosotros nos planteamos es hacer tratamientos alternativos porque los afectados nos transmiten que no pueden hacer una vida normal. Y los métodos para bloquear, inhibir o alterar esa respuesta, pueden ser útiles para otras enfermedades.

 

Hace poco tiempo su equipo publicó un artículo conjunto con científicos valencianos en el que dieron a conocer que la flora intestinal de los celiacos es diferente a la del resto de individuos.
Si, ha sido una auténtica sorpresa para nosotros. Hemos llegado a este resultado de una forma peculiar, nosotros lo que hacíamos era estudiar biopsias del intestino y hemos observado que tanto en las biopsias de los pacientes antes del tratamiento como después del tratamiento había unas enzimas, unas proteasas que degradaban el gluten de una forma muy peculiar. Hace unos años, se publicó un artículo muy importante en Estados Unidos en el que se decía que el hombre no tiene los enzimas suficientes para digerir completamente el gluten. Cuando nosotros estudiamos de donde procede esa actividad proteasa hemos visto que tiene un origen bacteriano. Ahora mismo estoy escribiendo otro artículo, que es la continuación, sobre las consecuencias que tiene poner el gluten con esas bacterias, cuál es el resultado.

 

¿Cómo se llegó a forjar la Sociedad Española de Enfermedad Celiaca que usted preside?
Hace unos años el Ministerio de Sanidad hizo una convocatoria para poner en marcha redes de investigación cooperativa, tratando de formar grupos heterogéneos con gente de diversa procedencia con un interés común en trabajar en un determinado tema. Nosotros queríamos trabajar en celiaca y nos reunimos gente de Madrid, País Vasco, Oviedo y Cataluña, entre otros, para hacer un proyecto común. Cada grupo tenía unos objetivos y unas capacidades diferentes, unos se dedicaban a la clínica, otros a la genética, otros a la inmunología como era mi caso, y juntos podríamos hacer varias actividades. Pero no se concedió esa ayuda. En una reunión en Madrid para estudiar el resultados la gente dijo que, tras haber llegado a este punto, esta labor tenía que servir para algo, como dar forma a una sociedad científica en enfermedad celiaca. Decidieron que yo fuera el presidente, se hizo una junta directiva y hemos celebrado el primer congreso. Uno de los principales objetivos es mantener la actividad de los grupos de trabajo, se está formando un banco de muestras para hacer estudios genéticos y ya se está haciendo un estudio entre distintos laboratorios para comprobar las técnicas de detección de gluten en alimentos. Además hay otro grupo que está identificando criterios de diagnóstico de la enfermedad celiaca en adulto. Hay hasta ocho o nueve equipos y se trata de que hablen entre ellos, que sean capaces de generar proyectos de trabajo y a veces también documentos, que revisen la literatura y lo que se publica al respecto y que lo hagan accesible al resto de la comunidad interesada a través, por ejemplo, de la pagina web.

 

¿Qué beneficios le reporta la investigación?
He aprendido a enjuiciar toda la literatura que cae en mis manos. Una cosa que yo agradezco es que parte de mi trabajo es estar al tanto de lo que se publica, estoy leyendo cosas nuevas constantemente, lo que es muy importante. Tampoco puedo negar que es un privilegio poder trabajar con gente que está empezando en la investigación y dirigir sus pasos, encauzarles, motivar su actitud y que vayan aprendiendo por su cuenta. También es un beneficio conocer otra gente de fuera. He conocido personas magníficas, con una cabeza increíble no sólo para las ciencias. Por otro lado, la investigación mantiene vivo el interés por las actividades a las que me dedico habitualmente, como la docencia. Cuando doy clases y hablo de cosas relacionadas con la investigación creo que los que me escuchen tienen que ver reflejado mi entusiasmo y mis ganas. Pero el conocimiento constante y el espíritu crítico que aporta el trabajo es algo muy importante que incluso deberíamos aplicar para leer los periódicos.