Alimentación Argentina , Córdoba, Miércoles, 09 de noviembre de 2011 a las 12:15

“La población humana está expulsando a los animales salvajes al borde de su extinción”

Jane Goodall, primatóloga, alerta en una conferencia en la Universidad Nacional de Córdoba de los daños provocados por el hombre en la naturaleza

UNC/DICYT La conocida primatóloga Jane Goodall ha alertado de los daños que el ser humano está provocando en la naturaleza, con acciones negativas como la expulsión de sus territorios de "animales salvajes" que están "al borde de la extinción". Dos años después de su primera visita a la Universidad Nacional de Córdoba –oportunidad en la que fue distinguida con el título de Doctora Honoris Causa–, la experta volvió a esta Institución académica para difundir su programa Raíces y Brotes e incentivar a los jóvenes universitarios, niños y adolescentes a unir esfuerzos para la defensa del medio ambiente.

 

En la Sala de las Américas, la misma que el 23 de octubre de 2009 la vio recibir el máximo grado académica que concede la Casa de Trejo, Goodall disertó ante un auditorio sus ideas, anécdotas y propuestas. En la apertura de su disertación, recordó que en 2010 celebró el 50 aniversario de investigación en Gombe. En 1960, impulsada por el paleontólogo y antropólogo Louis Leakey, ella inició su estudio sobre el comportamiento de los chimpancés en el Parque Nacional Gombe, en Tanzania.

 

Explicó la relevancia que adquieren las nuevas técnicas de estudio para su trabajo. Relató que están realizando análisis de ADN a muestras de heces de los chimpancés para determinar las relaciones de filiación. “Esto nos permitirá saber quién fue el padre de cada infante. Podría ser que un padre reconozca a su hijo biológico, aunque no creemos que existan vínculos de largo plazo; pero una vez que podamos determinar la prole biológica de los machos podremos saber esto con mayor seguridad”, explicó.


Para ejemplificar el impacto de las poblaciones humanas en las zonas colindantes a los hábitat de los animales salvajes, rememoró un recorrido aéreo sobre las 30 millas cuadradas que el Parque Nacional Gombe tiene de superficie. “Me horrorizó que fuera de ese pequeño lugar forestado hubieran desaparecido todos los árboles: las colinas estaban desnudas. Fue un gran choque. Estamos haciendo desastres con el ecosistema, estamos dañando las posibilidades de nuestros hijos y nietos. La población humana está expulsando a los animales salvajes al borde de su extinción. Me pregunté cómo podíamos salvar a la comunidad de chimpancés, y la respuesta fue mejorar la vida de quienes viven alrededor de Gombe”, señaló.

 

Formas de producir alimentos

 

En ese marco, enumeró una serie de acciones como la búsqueda de mejores formas de producir alimentos, maneras de reutilizar la tierra agrícola y abrir oportunidades de acceder a micro créditos y préstamos. “En los lugares donde la gente está deforestando, nuestros equipos ayudan a los aldeanos a encontrar formas de vivir sin destruir los árboles”, acotó Goodall y mencionó la ayuda que reciben del programa del gobierno noruego de Reducción de Emisiones de Carbono causadas por la Deforestación y la Degradación de los Bosques.

 

En su relato también incluyó la situación de Córdoba. Comentó que posee una foto de la provincia cuando todavía estaba cubierta de bosques y reconoció estar al tanto de los esfuerzos implementados para restaurar la vegetación nativa.

 

Alertó de que la situación en el mundo es realmente seria. De sus viajes por distintos países, Goodall subraya que en todos los puntos del planeta hay historias de desastres, desertificación y agotamiento de las fuentes de agua dulce. “En ciertos lugres hay refugiados ambientales, que ya no pueden vivir donde los hicieron sus padres y abuelos”, argumentó.

 

Sobre el cambio climático, recordó su paso por Groenlandia, y los desprendimientos de grandes bloques de hielo de un gran acantilado, algo que no ocurría hace tres décadas. También mencionó la situación que experimentan pobladores de unas pequeñas islas frente a las costas de Panamá, para quienes se están pensando planes de evacuación por las inundaciones durante la época de mareas altas. “Quizás el planeta esté pasando por un ciclo natural de calentamiento pero, según lo que saben los geólogos, nunca se había visto en la historia del planeta que el proceso haya sido tan rápido. Es una pobre perspectiva para nuestros nietos”, apuntó.

 

Defensa del medio ambiente


Sobre el compromiso con la defensa del medioambiente, Goodall remarcó: “Encuentro mucha gente que está horrorizada y shockeada por todo lo que pasa, pero cuando se trata de nuestra propia vida y nuestra contribución encontramos excusas para no actuar. Nos convencemos de que quizás el problema no sea tan serio o que no me afectará directamente a mí. Esto nos pinta de cuerpo entero”, se lamentó.

 

Entre los problemas urgentes, la especialista enumeró el número de habitantes en el planeta, que recientemente llegó a la cifra de siete mil millones. Si este crecimiento continúa con recursos naturales finitos, llegará el momento en que no se pueda sostener a todos los seres humanos. “Quizás haya formas muy inteligentes de alimentar a esta población, pero ¿realmente queremos que nuestros bisnietos vivan sin recursos naturales, ni hielo?”, se preguntó.

 

Para ella, otra de las grandes problemáticas es la pobreza. “Cuando uno es pobre, aunque sepa que es malo cortar un árbol, lo hará para alimentar a su familia. La pobreza es la gran destructora de los bosques”, sintetizó.

 

Luego de considerar que los humanos son los seres más intelectuales en la tierra, se preguntó cómo es posible que continúen destruyendo el planeta. “Es el único hogar que tenemos”, enfatizó y completó: “Hemos perdido la sabiduría de los pueblos indígenas. Antes de tomar decisiones, ellos pensaban cómo éstas afectarían a las generaciones venideras. Hoy, en cambio, nos preguntamos cómo nos afectará a nosotros. En algún momento, ha habido una falta de conexión entre este cerebro increíblemente inteligente y el corazón”, reflexionó.

 

A su criterio, la forma de avanzar hacia un equilibrio entre ambos radica en el trabajo con los jóvenes. En ese marco, recordó que el programa Raíces y Brotes comenzó hace 20 años, con estudiantes que estaban furiosos con su gobierno porque no generaba leyes lo suficientemente fuertes como para proteger a los animales, que eran su herencia.

 

“Estaban ahí porque habían asistido a algunas de mis conferencias y por primera vez estaban pensando en estas problemáticas. Los miré y les dije: ‘Soy una extranjera y ustedes son jóvenes, quizás no afectemos el gobierno ni el sistema escolar, pero por qué no se sientan y piensan lo que pueden hacer en el futuro. Ellos se emocionaron, volvieron a sus colegios y formaron grupos: usaron la increíble capacidad de compartir conocimiento y dialogar sobre los temas que les preocuparan”, relató.

 

Goodall recordó que en la primera etapa del programa los jóvenes se preocuparon por la crueldad con los animales, la pobreza humana, los niños sin hogar, el medioambiente y la desaparición de las fuentes de agua dulce. “Actualmente, el programa Raíces y Brotes está presente en 120 países, con más de 16.000 grupos de jóvenes, que hablan sobre las problemáticas y están tratando de encontrar la forma de solucionarlas”, compartió.

 

Problema ambiental

 

Al explicar el significado del programa, Goodall invitó a los asistentes a la conferencia a que cada uno pensara en su árbol favorito. “Piensen que empezó a crecer de una semilla, desarrollando sus raíces y brotes. Parece tan pequeño e insignificante, pero aquí es cuando se produce una magia: hay una fuerza en la semilla, tan poderosa, que esas raíces pueden perforar las rocas para llegar al agua; mientras que el brote puede pasar por grietas en la pared. Ahora piensen en todos los problemas del planeta y que hay cientos de miles de jóvenes que pueden reunirse y hacer que este mundo sea un hogar apto para todos los seres vivos”, explicó.

 

Pese a los bosques destruidos y la reducción de la población de chimpancés de dos millones a sólo 300.000, la primatóloga se reconoció esperanzada. Las razones de su confianza son el “poder, la energía, el compromiso y el coraje de la gente joven” que, cuando conoce los problemas, están dispuestos a accionar. “Me han sorprendido increíblemente las ideas de la gente joven, así como los esfuerzos que realizan para corregir lo que consideran mal, y el efecto de sus actitudes en sus padres, abuelos, maestros e incluso los políticos”, aclaró.

 

Su segunda razón de esperanza es el intelecto humano, que le permite a los individuos comenzar a entender que tienen la responsabilidad de intentar dejar la huella ecológica lo más pequeña posible. También mencionó la gran capacidad de supervivencia de la naturaleza: “Incluso en lugares donde todo ha sido destruido, siempre vuelve a crecer”, destacó.

 

Finalmente, Goodall rescató el espíritu humano indomable, gente que no se rinde ante problemas que parecen insolucionables y que al fracasar lo intentan nuevamente. “Hay problemas en todos lados, pero no me he encontrado con ninguno que no tuviera un grupo de gente dedicada que trabajar fuertemente para solucionarlo”, cerró.