Alimentación España , Burgos, Miércoles, 16 de julio de 2014 a las 16:05

Un proyecto europeo ensayará una nueva tecnología para tratar aguas residuales complejas

La reunión inicial del LIFE+ WOGAnMBR se celebró ayer en Burgos con la participación de 13 investigadores

Cristina G. Pedraz/DICYT Algunas industrias alimentarias generan aguas residuales de complejo tratamiento. Es el caso de las empresas del sector de los snacks y los productos precocinados, en cuyo proceso productivo se originan aguas residuales con elevado contenido en grasas y aceites. Para evitar los problemas que los aceites y las grasas ocasionan en los biorreactores tradicionales, estos vertidos suelen ser desengrasados y en el proceso se emplean reactivos químicos.


Con el objetivo de demostrar la efectividad de una nueva tecnología que permita tratar este tipo de aguas complejas evitando el uso de químicos y de valorizar esas grasas y aceites residuales mediante la producción de biogás, cinco socios españoles han iniciado el proyecto LIFE+ WOGAnMBR (Desarrollo y demostración de AnMBR para el tratamiento y valorización de aguas residuales complejas de industrias alimentarias).


El proyecto, liderado por el Grupo Biotecnología Industrial y Medioambiental (BIOIND) de la Universidad de Burgos, cuenta con un presupuesto cercano a los 1’23 millones de euros y una contribución de la Unión Europea de 616.323 euros para un periodo de 36 meses.


Como explica a DiCYT Rubén Gallo, gestor de proyectos internacionales de I+D+i de la OTRI-OTC de la Universidad de Burgos, el objetivo del proyecto es “aplicar, demostrar y optimizar la tecnología de biorreactores anaerobios de membranas (AnMBR, por sus siglas en inglés), para el tratamiento de aguas residuales que tienen alto contenido en grasas y aceites, una aplicación que es novedosa”.


Se trata, por un lado, “de superar los problemas que tienen los métodos de tratamiento tradicionales, eliminando los productos químicos que utilizan” y, por otro, “producir biogás a través de la fermentación de los lodos, un biogás que se podría utilizar como fuente de energía implantando, por ejemplo, una planta de cogeneración en la misma instalación”.


Para ello, en el marco del proyecto se desarrollará una planta piloto móvil con la que se llevará a cabo la demostración de la tecnología. Esta planta se instalará durante un tiempo en cada una de las empresas alimentarias que aportará el agua residual, Eurofrits y PepsiCo Manufacturing, ambas localizadas en Burgos. “Se realizarán distintos ensayos para comprobar las mejores condiciones de funcionamiento y, una vez optimizado el proceso al finalizar el proyecto, las industrias se plantearían su implantación”, apunta Rubén Gallo.


El fin último, subraya, “es reducir los residuos producidos, conseguir unas aguas de calidad que cumplan con los parámetros de vertido y aprovechar el biogás que se genere en el proceso desde el punto de vista energético”. En concreto, se espera disminuir en más del 90 por ciento la producción de lodos y, con la valorización del aceite y la grasa residual mediante la producción de biogás, minimizar el impacto de la huella de carbono de estas empresas.


Reunión de lanzamiento


La reunión inicial del proyecto se llevó a cabo ayer en el Edificio de Administración y Servicios de la Universidad de Burgos con la asistencia de 13 investigadores de las empresas y entidades participantes.


Además del Grupo de Biotecnología Industrial y Medioambiental de la Universidad de Burgos, que aporta la tecnología (tiene una patente en este sentido) y su conocimiento práctico, y las empresas Eurofrits y PepsiCo Manufacturing, complementan el consorcio el Centro Tecnológico del agua (CETaqua), que contribuirá al desarrollo y optimización de la planta piloto, y la Federación Española de Industrias de la Alimentación y Bebidas (FIAB), ubicada en Madrid, que se encargará de la difusión del proyecto y de sus resultados finales a las empresas del sector.