Preparando el Campamento
Se ven todavía algunas zonas cubiertas de nieve del pasado invierno. Distinto es ese color más blanquecino del grisáceo o azulado -según la luz- del hielo de los glaciares. La zona de trabajo es muy bonita. Eso lo sabemos bien de otros años, pero ahora no lo podemos apreciar. Está completamente nublado, algo de niebla y lloviendo.
Tenemos que actuar rápido y muy bien coordinados para tratar de evitar que se moje demasiado el material. Así que lo primero que hacemos es montar una tienda de campaña, para poder guardar a su cobijo todas las sacas, contenedores, mochilas y el grupo electrógeno con sus 25 metros de cable.
Es para nosotros muy importante mantener en buen estado el material que vamos a necesitar durante estos días. Por un lado está la comida liofilizada -que nos da siempre Hela como patrocinador de nuestras expediciones-, los cuatro hornillos, las garrafas de combustible y los utensilios de cocina. Por otro lado tenemos el material para trabajar seguros en el glaciar: cuerdas, arneses, crampones, piolets, mosquetones, clavijas para hielo, material completo de escalada, botas. Hay que añadir el material electrónico necesario para desarrollar nuestra investigación, el equipo personal de ropa para mantenernos confortables todo el día a la intemperie y el material de instalación que traemos para equipar las nuevas sondas de medida en la estación que ya tenemos desde el 2006. Falta ya sólo añadir a esta lista de material: el traje seco para trabajar en el río, así como el maletín con el instrumental para aforar con juego completo de hélices y contador.
Poco a poco va quedando listo el campamento, de momento con dos de las tres tiendas de campaña que hemos traído. Continúa el día desapacible y sigue la lluvia.
Una vez organizados con lo más esencial nos acercamos hasta la estación de medida, que está ubicada a medio kilómetro. Es una suerte que tengamos esta zona llana para el campamento -que no es otra cosa que una laguna seca- tan próximo a la estación, donde tenemos que desarrollar una buena parte de nuestro trabajo.
Tratamos de hacer conexión con el ordenador y la sonda instalada en el río y efectivamente no es posible, tal y como nos había informado en la primavera uno de los suecos que trabajan en esta zona de glaciares. Él se había encargado de vaciarnos los datos almacenados y enviárnoslos, una vez que la estación ya estaba puesta en marcha, para que no tuviéramos que desplazarnos todos los años hasta este lugar. Se supone que ha sido un fallo de la sonda, pues no se encuentra otra posible explicación. Por esa razón, este año nos hemos venido con las sondas nuevas y todo el material necesario para hacer una nueva instalación.
Tras una cena caliente con la que parece nos secamos un poco de la lluvia, damos por finalizado el día. A los sacos y a dormir, con toda la información reciente en la mente y pensando en cómo será nuestra organización de trabajo al día siguiente. Sólo al meterme en el saco soy consciente del cansancio que tenía encima. Habían sido casi 5000 kilómetros en coche.