Un Verano en el Hielo

Glackma 2009, Desde el año 2001 los expedicionarios Carmen Domínguez (USAL) y Adolfo Eraso (UPM), trabajan en un proyecto dedicado a monitorizar la evolución del calentamiento global utilizando los glaciares como sensores naturales.
Un Verano en el Hielo 20/08/2009

Lluvias intensas. Crecidas violentas del río

Ártico, ríos y corrientes… Y todo quedó en un deseo. Fueron solamente dos días los que nos duran el buen tiempo. Comienzan primero las nubes a aparecer y van cubriéndonos el cielo azul con el que nos habían obsequiado estas últimas 48 horas. Después la niebla, la humedad, la lluvia intermitente… todavía miro al cielo cuando veo un poco de resplandor con el deseo de que vuelva a aparecer el azul celeste entre el gris que nos rodea.

En un par de días de la lluvia intermitente pasamos a la lluvia continua y cada vez más intensa. No hace frío, la temperatura durante las horas de más radiación alcanza los 4ºC. En estas condiciones la precipitación directa sobre el glaciar ayuda a fundir mucho más rápidamente el hielo. El río en el que trabajamos, que continua aumentando su caudal, nos va permitiendo aforar una serie de valores crecientes.

Pero la lluvia continúa día y noche, sin tregua alguna, y el caudal continúa subiendo y subiendo. Los ríos que provienen de los glaciares se vuelven muy torrenciales… imposible aforar. Se alcanzan tales caudales que no permiten la entrada en el agua, ni siquiera en la orilla.

Expertos en aforos con quienes trabajamos en la Patagonia Chilena, en la estación que tenemos en el glaciar Tyndall, dicen que no es aconsejable meterse a aforar por vadeo en un río con velocidades superiores a 4 metros por segundo y profundidades superiores a 1,20 metros, que habría que utilizar otras técnicas diferentes. Aunque –haciendo un poco el burro, hay que reconocerlo- hemos llegado en ocasiones a aforar superando esos límites, realmente no es aconsejable, es altamente peligroso y a punto está uno de ser arrastrado por la corriente.

Aquí con esta crecida dada la pendiente del valle, se alcanzan velocidades de 6 a 8 metros por segundo en profundidades del orden de metro y medio. ¡Impresionante! Aforar por vadeo es por tanto imposible, pero lo que sí nos ha permitido es poder hacer un interesante reportaje gráfico del fenómeno de esta crecida tan violenta. Los efectos de estas lluvias cálidas en los glaciares.

A pesar de que la rapidez de la crecida que interrumpió nuestros trabajos de aforos, hemos conseguido a lo largo de esta campaña una serie de valores de caudal intermedios y sobre todo mínimos –que son muy difíciles de obtener- que nos han permitido definir una curva de correlación con un elevado coeficiente de ajuste.

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