Alimentación España , Palencia, Jueves, 17 de mayo de 2012 a las 17:34

Investigan cómo afecta un hongo patógeno a distintos tipos de coníferas

Un grupo del Campus de Palencia estudia ‘Fusarium circinatum’, que está causando graves daños en el norte de España

Cristina G. Pedraz/DICYT Fusarium circinatum es el nombre del hongo que está causando la muerte de muchos pinos insigne (Pinus radiata) en el norte de España. Identificado por primera vez en los años 40 en Estados Unidos y México, en los últimos tiempos se ha extendido por gran parte de los países que cultivan esta especie de pino, una de las coníferas que más se emplea en plantaciones de todo el mundo. En Europa se detectó en 2004, concretamente en la Cornisa Cantábrica, donde más pinos insigne existen y donde la severidad de la enfermedad está siendo más grave.


En la Escuela de Ingenierías Agrarias de Palencia Pablo Martínez Álvarez, investigador del Programa de Master y Doctorado en Conservación y Uso Sostenible de Sistemas Forestales, está estudiando el efecto de Fusarium circinatum sobre la germinación y supervivencia de diferentes especies de coníferas.


“Tratamos de evaluar el efecto de Fusarium circinatum sobre diferentes especies de pino y otras coníferas para saber si puede ser un potencial patógeno de otros hospedantes o se restringe solo a lo que hasta el momento aparece en la bibliografía, que es patógeno de las especies del género Pinus, sobre todo Pinus radiata, y de la especie Pseudotsuga menziesii, cuyo nombre vulgar es abeto de Douglas”, subraya.


La investigación, que forma parte de un proyecto conjunto con el Gobierno de Cantabria, incluye un ensayo en el que se ha sembrado un número determinado de semillas por cada una de las 15 especies que se están analizando, con el fin de comprobar los efectos del patógeno sobre la germinación y supervivencia de las plántulas que germinaban. Además de distintas especies de pino, el experimento ha incluido otras coníferas a las que nunca se había evaluado la susceptibilidad a ‘Fusarium circinatum’, especies “que en principio podrían ser alternativas a las plantaciones del pino más afectado por el hongo, el pino insigne en la Cornisa Cantábrica”, asegura Martínez Álvarez.


Hasta el momento, los investigadores han obtenido los resultados esperados. “Los pinos son bastante susceptibles a la enfermedad, es un patógeno agresivo y sobre todo los pinos de la especie que está siendo la más afectada, el pino insigne, morían fácilmente en un gran porcentaje”, detalla. Por el contrario, especies como Chamaecyparis lawsoniana (ciprés de Lawson) y Sequoiadendron giganteum (secuoya gigante o árbol del mamut), no se han visto afectadas durante el ensayo.


Paralelamente, se está realizando otro ensayo similar en campo. “Estamos probando las especies también en el monte, observando qué efecto o qué síntomas muestran al plantarlas en las zonas afectadas por la enfermedad”, señala el investigador, quien recalca la importancia de este experimento complementario. “En el laboratorio, la plántula que emerge al plantar la semilla tiene un tejido joven, muy tierno. En esas condiciones con un patógeno tan agresivo los daños son muy altos y podríamos estar enmascarando una posible resistencia a la enfermedad cuando la planta ya está más lignificada, por lo que es necesario contrastar estos resultados con los de campo”, explica.


Tesis doctoral


Esta investigación forma parte de la tesis doctoral que Pablo Martínez Álvarez está llevando a cabo en el Laboratorio de Patología Forestal de la Escuela de Ingenierías Agrarias de Palencia, coordinado por el catedrático Julio Diez Casero. Recientemente, ha sido presentada en las Jornadas de Jóvenes Investigadores celebradas en Valsaín (Segovia) y organizadas por el Instituto Universitario de Investigación en Gestión Forestal Sostenible Universidad de Valladolid-INIA.


Asimismo, el joven investigador ha obtenido uno de los premios que la Sociedad Española de Ciencias Forestales (SECF) otorga a la mejor tesina, proyecto fin de carrera o fin de master del año. En esta ocasión, recibió un accésit por su trabajo fin de master acerca del control biológico de ‘Fusarium circinatum’. El jurado valoró la originalidad del tema y su aplicabilidad práctica en la solución de los problemas que se generan en los montes.

 

 

 

Una enfermedad de cuarentena 

La enfermedad que causa Fusarium circinatum es de cuarentena, es decir, conlleva una serie de medidas de erradicación y preventivas para evitar o limitar el riesgo de contagio en el área donde se detecta el foco de infección. Así, a los daños que causa el patógeno a nivel forestal se suman importantes perjuicios económicos cuando aparece en determinadas explotaciones, como son los viveros.


“La enfermedad tiene una problemática bastante grande asociada a viveros, donde a la hora reproducir planta forestal de pino puede causar daños. Cuando se detecta este patógeno, los propietarios del vivero tienen que destruir toda la planta que es susceptible a esta enfermedad y por tanto los perjuicios son grandes”, señala el investigador.


Del mismo modo, cuando la infección aparece en el monte “los propietarios forestales tienen que eliminar todo el material enfermo, e incluso la normativa obliga a eliminar un kilómetro a la redonda del foco detectado”, precisa Pablo Martínez Álvarez.