Salud España , Burgos, Viernes, 01 de marzo de 2019 a las 14:39

Margarita Salas, primera doctora honoris causa por la Universidad de Burgos

La reivindicación de la investigación básica como motor de la sociedad fue una constante en todas las intervenciones

UBU/DICYT El amor a la ciencia, al conocimiento, a la enseñanza y a la investigación fueron menajes más repetidos desde la tribuna de oradores durante el acto académico celebrado con motivo de la Fiesta de la Universidad y en el que, además de la investidura como doctora honoris causa a Margarita Salas, se hizo entrega de atributos y diplomas a las cuarenta personas que obtuvieron el grado de doctor durante el año 2018, así como diplomas a los doctores distinguidos con el Premio Extraordinario de Doctorado del curso 2016-2017.

 

Tras la entrega de los atributos a los nuevos doctores y de diplomas a los doctores distinguidos con el Premio Extraordinario de Doctorado, tomó la palabra la catedrática de Bioquímica y Biología Molecular, Dolores Busto, como madrina de Margarita Salas.

 

Busto definió a la primera mujer que recibe esta distinción en la Universidad de Burgos como “poseedora de valores que se identifican con el espíritu y la esencia de la institución universitaria, en reconocimiento a su trayectoria científica y humanística” y resaltó el hecho de que la ceremonia reunía a una eminente científica, que junto con otros profesionales, han hecho de las universidades lo que son, y a los nuevos doctores por la Universidad de Burgos, que determinarán lo que la Universidad será en un futuro.

 

A continuación, hizo un breve repaso por la figura de la profesora Salas, una de las pioneras que introdujo e impulsó la Biología Molecular en España tras su paso por Estados Unidos como discípula de Severo Ochoa y se centró en las investigaciones de Salas sobre un virus bacteriano, el fago ø29, a partir de las cuales se han desarrollado herramientas de gran interés biotecnológico para amplificación de DNA, es decir, a la obtención de múltiples copias de DNA de una pequeña cantidad de muestra y descubrimientos extrapolables a otros virus de interés en el ámbito de la salud, como adenovirus, virus de la hepatitis C o virus de la poliomielitis.

 

“La actividad y producción científica de la Dra. Salas es abrumadora, autora de más de 400 publicaciones internacionales del máximo prestigio, con más de 11.000 citas, innumerables conferencias, seminarios y comunicaciones y con nueve patentes en su haber. Pertenece o ha pertenecido a las más prestigiosas sociedades e institutos científicos nacionales e internacionales, es académica numeraria de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales (1988) y, en 2007, se convirtió en la primera mujer española en ingresar en la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos. Desde 2016 es miembro del Consejo Rector de la Agencia Estatal de Investigación” desgranó la madrina.

 

En un plano más personal, Dolores Busto destacó de la Dra. Salas su calidad humana y gran personalidad y, en palabras del filólogo y académico D. Gregorio Salvador Caja, “su discreción, la firmeza de sus juicios, nunca apresurados, su modestia, la afabilidad de su trato, la claridad de su pensamiento. Y su rigor profesional. Una mujer entregada a la ciencia con seriedad y con gusto”.

 

El perfil investigador de Margarita Salas, su defensa a ultranza de la investigación básica, al igual que el Premio Nobel Severo Ochoa, de la importancia de la divulgación científica y su carácter reivindicativo como integrante del grupo de investigadores que proponen un “Pacto de Estado por la Ciencia”, ya que, en palabras de la propia Salas, “un país sin investigación es un país sin futuro” también fueron puestos en valor por la madrina.

 

Dolores Burgos también destacó la faceta como educadora universitaria durante toda su carrera, el afán por enseñar a investigar y el ejemplo que supone la Dra. Salas, que fue capaz de cambiar el papel de la mujer en la ciencia. “En el contexto de los años 60 iniciar investigación en Biología Molecular era más que un gran reto, para una mujer era una utopía y la Dra. Salas ha conseguido que su nombre tenga entidad propia a nivel científico, nacional e internacionalmente” afirmó.

 

La madrina concluyó su laudatio dedicando a la nueva doctora honoris causa de la UBU una cita de Bertolt Brecht: “Hay personas que luchan un día y son buenas. Hay otras que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años, y son muy buenas. Pero las hay que luchan toda la vida: esas son las imprescindibles”.

 

La emoción de descubrir

 

Tras la entrega de atributos fue el turno de la Dra. Salas. En su intervención “El bacteriófago ø29. De la Biología Molecular a la Biotecnología” detalló parte de sus 56 años dedicados a la investigación. “Cerca de 40 unidos a Eladio Viñuela, con quien compartí este período importante de nuestras vidas”.

 

Nacida en Canero, Asturias, agradeció en primer lugar a sus padres el apoyo para cursar estudios universitarios, al igual que a sus hermanos Pepe y Marisa, también científicos.

 

“Me decidí por la licenciatura de Ciencias Químicas en Madrid. Pronto me fascinaron las largas horas que pasábamos en el laboratorio, en especial en el de Química Orgánica” recordó. Explicó como un verano en Gijón asistió a una conferencia de Severo Ochoa y tras hablar con él, decidió dedicarse a la investigación en Bioquímica. “Ochoa me recomendó que hiciese la tesis doctoral en Madrid con un excelente bioquímico, Alberto Sols, para después irme con él a Nueva York a realizar una estancia postdoctoral e iniciarme en la Biología Molecular. Con esta tesis vislumbré por primera vez en mi carrera científica lo que Severo Ochoa llamaba la emoción de descubrir”.

 

Fue en 1964 cuando Margarita se trasladó a la Universidad de Nueva York con Severo Ochoa, de quien destaca como “nos enseñó no solamente la Biología Molecular que después pudimos desarrollar y enseñar a nuestra vuelta a España, sino también su rigor experimental, su dedicación y su entusiasmo por la investigación”.

 

Ese retorno fue tres años después, junto a su marido y también investigador, Eladio Viñuela. “En aquella época, a mediados de 1967, no existía en España ningún tipo de ayuda estatal para realizar investigación, por lo que hicimos nuestra primera petición de una ayuda a Estados Unidos y, con el apoyo de Severo Ochoa, conseguimos la financiación, algo que fue esencial para nuestros comienzos en España”, rememoró.

 

El bacteriófago ø29, un virus bacteriano, centró sus investigaciones y citando a numerosos colaboradores resaltó el hecho de que “De un trabajo fundamentalmente básico se han derivado importantes aplicaciones biotecnológicas para la amplificación de DNA. Nuestros estudios de replicación con el DNA de ø29 son un modelo extrapolable a otros virus de interés sanitario y económico, como el adenovirus humano, el virus de la poliomelitis, el de la encefalomiocarditis, los virus de la hepatitis B y C, y una variedad de virus de plantas”.

 

Su mentor estuvo presente a lo largo de toda la intervención. “Como decía Severo Ochoa, hay que hacer investigación básica de calidad y hay que dejar libertad al investigador. De este trabajo libre surgen los grandes descubrimientos que redundan en beneficio de la humanidad. Un país sin investigación es un país sin desarrollo. Es necesario que potenciemos nuestra investigación básica de calidad pues ella será la base para el desarrollo de nuestro país”, aseveró.

 

La docencia es otra de las pasiones de esta investigadora: “Es una enorme satisfacción formar futuros científicos, dirigirlos y alentarlos en los muchos momentos de desánimo. Pero sobre todo, ser testigo de sus éxitos, muchos de ellos como jefes de grupo con su investigación propia, obteniendo importantes resultados científicos, y el orgullo de ver que muchos discípulos me han superado”.

 

También reivindicó la calidad de la investigación en España, resaltando que es necesario potenciar la cantidad, en particular la recuperación de jóvenes investigadores excelentemente preparados.

 

Finalizó su intervención con un agradecimiento dirigido a todos aquellas personas con quienes ha trabajado a lo largo de su carrera, especialmente a José Mª Lázaro y Mª Ángeles Martínez. También tuvo un recuerdo para sus maestros en las fases predoctoral y postdoctoral, Alberto Sols y Severo Ochoa, respectivamente, "quienes me enseñaron, no solo la Bioquímica y la Biología Molecular, sino también su rigor experimental, su dedicación y su entusiasmo por la investigación". Por último recordó a sus padres y hermanos y especialmente a su esposo Eladio: “Con quien compartí los momentos difíciles de iniciar la investigación en España sobre el bacteriófago ø29. Eladio ha sido para mí, no solo un marido, sino también un amigo y un maestro. De hecho, el mejor de mis maestros. Ciertamente sin su ayuda, apoyo y estímulo constantes no estaría yo aquí recibiendo este doctorado honoris causa por la Universidad de Burgos que tanto me honra y satisface".