Alimentación España , Valladolid, Jueves, 14 de enero de 2010 a las 15:32

Investigadores vallisoletanos estudian el flujo de di贸xido de carbono que origina la fotos铆ntesis

Realizan mediciones en cultivos cercanos a La Mudarra y caracterizan el di贸xido que absorben y emiten plantaciones de trigo, guisantes o colza

Cristina G. Pedraz/DICYT Investigadores del Grupo de Contaminación Atmosférica de la Universidad de Valladolid estudian el flujo de dióxido de carbono que origina el proceso de fotosíntesis de las plantas. Teniendo en cuenta que la práctica agrícola “es uno de los usos del suelo más comunes y una de las fuentes de riqueza más importantes de la región”, el grupo ha dirigido su atención a la caracterización del balance de dióxido de carbono que se produce en este medio, tal y como ha apuntado en declaraciones a DiCYT María Luisa Sánchez, profesora del departamento de Física Aplicada de la Facultad de Ciencias y responsable del equipo de investigadores.

 

Así, las mediciones se llevan a cabo en cultivos cercanos a la localidad de La Mudarra, donde se encuentra el Centro de Investigación de la Baja Atmósfera (CIBA) de la Universidad de Valladolid, con el que colaboran en esta labor. Se trata de parcelas que han sido cedidas por agricultores de la zona para realizar la recogida de datos. De forma puntual, se han registrado niveles en cultivos de trigo, cebada y guisantes. En estos momentos, señala María Luisa Sánchez, se están midiendo los niveles de dióxido de carbono “en una parcela de cultivo rotante de colza”, planta oleaginosa de cuyas semillas se extrae aceite para la producción biodiesel.

 

Se trata de cuantificar cuánto dióxido de carbono retira de la atmósfera este tipo de vegetación a través del mecanismo de fotosíntesis. En este proceso, recuerda la profesora, tiene dos fases. La primera requiere de la energía directa de la luz “para que se abran los estomas de las plantas”, los poros localizados en las hojas encargados del intercambio entre oxígeno y dióxido de carbono. Cuando los estomas se abren durante el día absorben dióxido, retirándolo de la atmósfera. Durante la noche se inicia el proceso contrario, las plantas “respiran” y expulsan el dióxido que han fijado durante el día.

 

“El balance global del dióxido de carbono que absorbe la vegetación durante el día y expulsa por la noche es lo que recibe el nombre de flujos netos y es lo que nosotros estamos caracterizando”, precisa la responsable del Grupo de Contaminación Atmosférica, quien añade que se pretende observar “si retira más dióxido del que emite, y si es así cuánto más”, todo ello en ecosistemas particulares como los agrícolas.

 

Gran volumen de datos

 

Las mediciones se realizan con un instrumental más “sofisticado” que el que se emplea en otro tipo de registros, como el de las concentraciones de dióxido de carbono en la troposfera, la capa atmosférica situada en contacto con la superficie terrestre. De hecho, apunta Sánchez, “mientras que un aparato de infrarrojos convencional realiza cinco medidas por minuto, para registrar los sumideros se habla de un mínimo de 40 medidas por segundo”. El volumen de datos es enorme, por lo que el tratamiento informático es distinto. En el caso de la caracterización de sumideros de dióxido de carbono (sistemas naturales que absorben o almacenan este gas), los investigadores disponen de un paquete informático estándar europeo de cara a homogeneizar los datos que se obtienen en todo el continente.

 

Por otro lado, los procedimientos a utilizar en este campo también son diferentes, ya que se apoyan en la teoría de la turbulencia atmosférica, una agitación en la capa más próxima a la superficie definida por repentinos cambios de dirección e intensidad del viento en una corta distancia en sentido vertical.

 

Más dióxido de carbono en años de sequía

 

Como dato significativo, la investigadora ha puesto de manifiesto uno de los datos menos difundidos durante los años de sequía. “Paralelamente a los daños que puede producir en las cosechas y a las pérdidas que genera en los agricultores, cuando hay sequía la vegetación no absorbe dióxido de carbono, lo que significa que hay más contenido en la atmósfera, y este tema es mucho menos conocido”, explica. De este modo, existen grandes diferencias entre un año seco y uno húmedo. “En uno seco la vegetación no absorbe nada mientras que en uno húmedo es capaz de retirar una gran cantidad. Como son muchas hectáreas, la vegetación representa un gran volumen de absorción que puede compensar las emisiones del tráfico rodado”, concluye la experta.