Salud España , Valladolid, Viernes, 04 de junio de 2004 a las 18:00

Las condiciones de trabajo son determinantes en el 40% de las patologías visuales

El estrés visual y el ojo seco son las principales dolencias de este tipo atendidas en el IOBA

Beatriz G. Amandi/DICYT El 40% de las personas que acuden al IOBA para efectuarse revisiones periódicas de la vista presentan síntomas relacionados con las condiciones de trabajo, como pueden ser el estrés visual o el ojo seco, según ha señalado a DICYT el doctor Raúl Martín Herranz.

Según Raúl Martín, miembro del IOBA, se trata de dolencias comunes que pueden confundirse entre sí debido a la sintomatología similar, pero cuyas consecuencias son muy diferentes. Mientras que el estrés visual no supone ningún tipo de daño para el paciente y es un problema que desaparece en cuanto se toma un descanso en las labores que provocan los síntomas, el ojo seco puede llegar a dañar la cornea.

Los síntomas de una y otra dolencia suelen aparecer en las personas que trabajan en oficinas y, una vez descartadas otras patologías como la hipermetropía o el astigmatismo, los profesionales pueden determinar con exactitud cuál de los dos problemas visuales padece el enfermo.

El estrés visual se define, según indica Raúl Martín, como “una inhabilidad de la persona para procesar una determinada información visual de una manera confortable y eficiente, y sus síntomas más comunes son dolores de cabeza, cansancio ocular, visión borrosa y dificultades a la hora de enfocar, tanto de lejos como de cerca”. Todos estos problemas desaparecen cuando se adoptan unas medidas adecuadas para el trabajo, en cuanto a iluminación y a descansos.

Sin embargo, en el caso del ojo seco los síntomas son el picor de ojos y la sensación de cuerpo extraño o arenilla, así como también el enrojecimiento del globo ocular. Además, en el caso del ojo seco, si no se adoptan medidas que puedan corregir la sequedad, puede provocar la inflamación de la cornea, creando un problema más grave.

Un proceso bioquímico que se bloquea

Los problemas visuales relacionados con el trabajo de oficina u ordenador tienen su origen en el excesivo número de horas dedicado a este trabajo estático, pero a ello contribuyen la iluminación y también la posición del ordenador.

La percepción de las imágenes, según explica Raúl Martín, se realiza a través de células conocidas como fotorreceptores. Estas células llevan a cabo su función a través de un proceso bioquímico en el que interviene un pigmento. El proceso se pone en marcha cuando una célula recoge un estímulo luminoso y los transforma en eléctricos a través de una sustancia o pigmento que hace de transmisor. Cuando la célula recibe estímulos muy seguidos o muy intensos, el pigmento se satura y debe renovarse para captar bien los impulsos (imágenes), lo que conlleva un espacio de tiempo mínimo. Un ejemplo de este cambio necesario sucede cuando una persona recibe la descarga de un flash de una cámara fotográfica, que momentáneamente le deja ciego. El tiempo que transcurre mientras no se puede ver es el tiempo necesario para cambiar el pigmento que se ha saturado por el exceso de información.

En el caso de los oficinistas, lo que sucede es que la luz que se suele emplear es la de los fluorescentes, que no es una luz continua sino que parpadea, y lo hace a una velocidad superior a 90 ó 100 herzios, que son imposibles de captar por el ojo humano, pero que son registrados por los fotorreceptores, causando en ellos una saturación.

Esto provoca molestias (lo que se conoce como estrés visual) pero no afectan ni producen daños cerebrales definitivos, si no que desaparecen en el momento en el que se toman los descansos adecuados y se deja de fijar la vista en el ordenador. Según resalta Raúl Martín “el parpadeo de los fluorescentes es capaz de agotar a los receptores, y con descanso uno puede recuperarse”.

Algunos casos de ojo seco, según indica el profesional, se pueden solucionar con medidas tan sencillas como colocar una planta en la mesa del ordenador que haya que regar habitualmente y que permita crear un microclima en la zona, o simplemente con un humidificador en el lugar. Otras veces los casos son más graves y requieren medidas más urgentes.

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La importancia de las medidas preventivas
Las edades más habituales de los pacientes que muestran síntomas relacionados con el estrés visual o el ojo seco están entre los 30 y los 40 años. Se trata de personas que pasan mucho tiempo frente a los ordenadores, y que se encuentran en una edad en la que la capacidad visual comienza a reducirse. Además, suele coincidir con que su lugar de trabajo no tiene una iluminación adecuada, y su postura frente al ordenador impide la correcta posición de los ojos.

Así, existen varios consejos que se pueden adoptar para reducir el riesgo de padecer estrés visual, como el de conseguir la iluminación adecuada, con lámparas o fluorescentes que tengan una frecuencia de parpadeo igual o superior a 160 hz, y siempre que sea posible que se complete con una luz natural. Existen, además, gafas provistas de cristales coloreados que absorben selectivamente longitudes de onda cortas, reduciendo así la pulsación, mejorando el confort y aminorando el efecto adverso de las lámparas fluorescentes.

En el caso del ojo seco, las medidas que es necesario adoptar son otras. La concentración ante la pantalla puede provocar una disminución de la frecuencia de parpadeo que favorece el aumento de la evaporación de la película lagrimal, pudiendo provocar un ojo seco o síndrome de ojo seco marginal. Por ello, las recomendaciones suelen incluir que la pantalla que se encuentre un poco por debajo de la línea de los ojos, de modo que no se tengan los ojos completamente abiertos, sino que la mirada se dirija hacia abajo, manteniendo más protegida la superficie del ojo. Otros consejos son que los colores extremos del espectro (rojo y azul saturados) no deben ser presentados simultáneamente en pantalla, el número de colores presentados simultáneamente en una pantalla será el mínimo necesario y es conveniente evitar el azul puro para texto, líneas delgadas y figuras pequeñas.

En cualquier caso, una de las más importantes medidas que puede adoptar el empresario es conseguir que haya un buen control no sólo de la temperatura, si no también de la humedad ambiental. Es conveniente que se eviten las bocas del aire acondicionado encima del trabajador, que el gradiente máximo de temperatura, es decir la diferencia entre la temperatura del suelo y la del techo, sea de 3 grados centígrados (ºC), y que la temperatura se sitúe entre 23-26º C en verano y 20–24º C en invierno. La humedad relativa del aire debe situarse entre 45 y 65% y la velocidad del aire tiene que ser igual o inferior de 15 metros/segundo garantizándose su adecuada renovación. También es recomendable controlar el nivel de ruidos a